Reformar el Estado Social de Derecho, sin alcanzar el cumplimiento de los parámetros establecidos en la constitución, es como querer llenar de agua un costal roto. El interés general, la prosperidad, la vida en condiciones dignas, el derecho a la salud, a la educación, a la seguridad, tienen sus lineamientos establecidos. La no materialización de los propósitos constitucionales se debe únicamente a la maldita corrupción. Ese es el verdadero impedimento para que los colombianos podamos vivir en un estado seguro, en paz, donde el más humilde de los ciudadanos pueda tener calidad de vida.
Reformar lo que no funciona es una pérdida de tiempo, el esfuerzo del gobierno debe centrarse en desatar una lucha implacable contra la corrupción, contra la pobreza, promoviendo la prosperidad y el bienestar que constituyen los fines esenciales del Estado; controlando el gasto público y la inversión hasta obtener el mejoramiento de la calidad de vida de los más necesitados. Esto no se logra con una avalancha de reformas, se logra con el control fiscal, disciplinario y penal de los encargados de contratar y ejecutar las obras.
Señor presidente, ejerza más control y menos reformas, estamos saturados de leyes inútiles, de reformas y de politiquería. Los colombianos necesitamos mejor calidad de viday más seguridad. Reforme a sus ministros, reforme sus círculos más cercanos para acabar con la corrupción y póngase a trabajar por el bienestar del pueblo, que lo que menos necesita son reformas.
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