Quisiera creer profundamente en la inocencia del exdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Dr. Olmedo López. La afirmación que realizo la hago completamente convencido que el señor Olmedo López, siendo leal a su presidente, siempre obró dentro de sus funciones, en derecho y respetando los principios de su lealtad. Si bien es cierto que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres tiene como misión “dirigir, orientar y coordinar la gestión del riesgo de desastres en Colombia, fortaleciendo las capacidades de las entidades públicas, privadas, comunitarias y de la sociedad en general, con el propósito explícito de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las personas y al desarrollo sostenible a través del conocimiento del riesgo, su reducción y el manejo de los desastres asociados con fenómenos de origen natural, sociocultural, tecnológico y humano no intencional”, argumento suficiente para que el señor Olmedo y sus leales escuderos se tomaran en serio y a pecho el deber de cumplir con sus funciones de prevenir el desastre político, salvar al gobierno, para lograrlo tenían que suministrar recursos a toda aquella persona, funcionario, presidente de corporación, ministro, encargados de las acusaciones y todo aquel que necesitara recursos, en grandes cantidades, para mejorar su calidad de vida, siempre y cuando ayudaran a salvar al gobierno del desastre tan (hijo de la grandísima) en que está metido. Las reformas no le pasan, no tiene equipo de gobierno, la impopularidad aumenta, el desespero y la incertidumbre hacen pronosticar que estamos a las puertas de un desastre. ¿Quién más idóneo que la plática de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres? Olmedo es un héroe de la patria, un mártir de la democracia, un inocente soldado al servicio del cónclave. Su vida corre peligro, lo quieren silenciar. Él solo quería salvar al gobierno de su amado presidente del desastre inevitable. Hoy es tildado de traidor, de bandido, de corrupto, convertido en el personaje antagónico del gobierno del cambio.
Su conducta en pro del gobierno enloda los inmaculados nombres de quienes hacen parte del glorioso pacto histórico. Olmedo, que Dios y la patria te perdonen, que la justicia te condene. Tú solo quisiste salvar al gobierno del desastre, ahora tienes que pagar por tus actos, así seas leal. La corrupción es un delito. Solo te queda el principio de oportunidad quisiste salvar al gobierno de un desastre y terminaste en la cárcel, porque es inaceptable jugar con el dolor del pueblo, con la sed de La Guajira, acueductos y plantas desalinizadoras inconclusas, comprar carrotanques con altos sobrecostos. Todo esto se hace con el propósito de saquear los recursos del pueblo, de los más necesitados. Dineros repartidos a dedo entre miserables políticos y funcionarios que no merecen otra cosa que la máxima pena. Lo más triste es que forman parte de un gobierno que prometió el cambio, que juró combatir la corrupción que hoy práctica, la misma que practicaban los gobiernos anteriores que tanto criticaron, con los que no estaban de acuerdo y querían llegar al poder haciendo un pacto histórico, para cambiar el destino de nuestro país. El cambio no se ha dado las cosas empeoran mientras que se llenan los bolsillos de quienes fueron elegidos para servir a la patria. ¡Qué desastre de gobierno, qué desastre de país hemos construido! Dolor de patria, de una patria sin justicia, sin moral, sin remedio, sin líderes; potencia mundial de la corrupción.
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