Ante una opinión pública nacional e internacional desconfiando en lo de La Habana, el Gobierno ha decidido conceder a la contraparte lo que esta pidió desde hace dos años: cese bilateral del fuego.
Es asunto de días o semanas. ¿Están tan debilitadas las farc como para no recelar? La organización, por efectos de la negociación, ha reconstruido su C3 (Comando, Control y Comunicaciones) y sus huestes, arrinconadas en las fronteras con Ecuador y Venezuela, contaminadas por el narcotráfico, sienten de nuevo la presencia de sus mandos.
Su dispositivo armado se ha venido reorganizando y efectivos han sido desplazados hacia su santuario histórico: Huila-Tolima. La extorsión se ha generalizado, el reclutamiento de menores ha continuado, la siembra de minas no se ha detenido y el narcotráfico florece incontenible.
Mientras previsivamente reacomodan sus fuerzas, se alistan a firmar algún documento para consumo de medios.
La verdad es que ya están viejos –y aunque no lo creamos, también son humanos-; aunque nos cause envidia, llevan dos años de yate, ron y cigarro y han vociferado, aunque nos fastidie, cualquier cantidad de necedades.
Ya tienen asegurada territorialidad en las ZRC, aunque son focos principales del cultivo de coca; legitimidad política, ganada a lomo de un gobierno más personalista que estatal, aunque la verán difícil en un país que confía primeramente en su Ejército y en su Iglesia y han logrado, por persuasión o por miedo, que se les teja una red de impunidad, aunque la justicia internacional los tiene en la mira.
Militarmente, el Estado aún mantiene la superioridad, especialmente aérea, aunque sus Fuerzas Armadas lucen desconcertadas, sus mandos en MUTE y su inteligencia acosada mientras el G2 cubano maniobra libremente. Todo está dado.
Sin embargo, cuidado porque “con un decreto de Hamilton no se le para la pechada a un potro llanero (...) y el buen gobernante de América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés (ni el sueco, ni el inglés, ni el israelita, ni el salvadoreño, agregaría yo), sino el que sabe con qué elementos está hecho su país”, dijo José Martí en 1891. Y el país ahora se plaga de linchamientos, agresiones físicas a policías y justicia por mano propia.
Con una galopante sensación de inseguridad y una justicia desbarajustada, cuidado que no vayamos hacia un renovado desorden, ahora que la situación económica, para completar, luce apretada y enrumbemos hacia un autoritarismo diseñado desde Cuba.
Miremos al lado para ver lo que nos esperaría. Me preocupa el 2015, aunque mantengo la fe en la sensatez de la mayoría de los ciudadanos que, si bien perplejos, entienden que no le podemos abrir una brecha a la barbarie, aunque se arrope con la bandera de la paz.