Como lo hemos manifestado en varias ocasiones, uno de los peores crímenes cometidos por miembros de las Farc consiste en el reclutamiento de menores de edad para incorporarlos a sus filas. No es únicamente el hecho -de suyo delictivo, porque es secuestro- de privarlos de su libertad, arrancándolos prematuramente del seno de sus familias, sino que además la organización guerrillera los convierte a las malas en aprendices del crimen y en enemigos de la sociedad, destruyendo sin misericordia el futuro de esas vidas.
Sin duda, estamos ante una gravísima forma de violación de derechos fundamentales y del Derecho Internacional Humanitario. Un horrendo programa delictivo que la guerrilla viene desarrollando desde hace años y que, en cuanto persista en su ejecución, constituye una de las mayores dificultades para el logro del tan ansiado objetivo de la paz.
Habíamos entendido que los delegados de las Farc en La Habana se habían comprometido no solo a abstenerse de continuar con ese vergonzoso reclutamiento sino a dejar en libertad a los menores de diecisiete años. Desde luego, nos extrañó -y así lo advertimos- que se fijara por límite esa edad, cuando según el Derecho Internacional son niños todos los menores de dieciocho años, lo que implica que seguirían siendo vulnerados los derechos de los menores mayores de diecisiete y menores de dieciocho. Pero, aun con esa reserva, se esperaba que el compromiso acabara siquiera en parte con este injusto castigo infligido a la población campesina de Colombia.
Pero, como ha venido ocurriendo desde hace dos años en el proceso en que los colombianos pusimos nuestras esperanzas de paz, las Farc crean nuevos obstáculos al mismo y se burlan del Gobierno y del país: ahora resulta que, según la más reciente intervención de uno de sus voceros en Cuba, ellos dejarán de reclutar niños menores de diecisiete años pero los que ya están secuestrados y a la fuerza vinculados a sus filas…seguirán en tan grave situación. En otros términos, el delito continuado que vienen cometiendo…continuará.
En el momento de escribir estas líneas no conocemos cuál será la reacción del Gobierno al respecto, aunque probablemente cuando la columna se publique ya habrá –eso esperamos- algún pronunciamiento oficial, que debería ser de absoluto rechazo.
Una vez más hay que decir: quien esto escribe es partidario del proceso de paz que se adelanta, pero condiciones como la mencionada, impuestas por las Farc, son inaceptables para la sociedad colombiana, y el Ejecutivo no debería aceptarlas.