La paz que tanto buscamos los colombianos es imposible si las costumbres, en el seno de la sociedad, siguen siendo violentas, intolerantes, irrespetuosas de la dignidad y de los derechos.
La paz también es imposible si quienes ejercen el poder o aspiran a ejercerlo no se comprometen con un trato digno y civilizado, y con el imperio del Derecho y de la justicia.
En las últimas horas se ha informado algo aberrante: que, violando las normas vigentes, irrespetando a los mayores y lesionando gravemente la sensibilidad de los niños, el candidato triunfante en las elecciones para alcalde del municipio de Santa Rosa (Departamento de Bolívar) celebró públicamente su victoria “desplumando vivo un gallo y colgando otro, mientras los exhibía en una camioneta por toda la población”. Todo porque el partido vencedor se conoce como el partido “de los burros”, al paso que la colectividad derrotada se conoce como el partido “de los gallos”.
Además de la violación flagrante de la Ley 84 de 1989 y disposiciones complementarias, expedidas contra el maltrato a los animales, resulta lamentable que la política se ejerza en esta forma triunfalista y salvaje, y que se haya perdido el sentido de respeto al que aspira y que merecen el pueblo y la democracia.
Es deplorable que el llamado a dirigir los destinos de un municipio por cuatro años, y a ser la primera autoridad de policía dentro del mismo, así como el encargado de ejecutar las leyes en su territorio y primer ejemplo de respeto a la institucionalidad, se comporte de esa manera. Celebrando con crueldad, violencia y salvajismo.
Según la citada Ley, “los animales tendrán en todo el territorio nacional especial protección contra el sufrimiento y el dolor, causados directa o indirectamente por el hombre”. Y agrega que “toda persona está obligada a respetar y abstenerse de causar daño o lesión a cualquier animal. Igualmente debe denunciar todo acto de crueldad cometido por terceros de que tenga conocimiento”. Un tema para reflexionar y unos hechos para investigar.