Lo que voy a narrar, que es perfectamente increíble -especialmente en este momento de crisis por el Fenómeno del Niño- y que debe estar pasando en muchos lugares de nuestra querida ciudad capital, debe ser conocido y evaluado por el señor Alcalde Mayor de Bogotá, Dr. Enrique Peñalosa, y por la gerencia de la Empresa de Acueducto de Bogotá.
Un profesional, propietario de una oficina en Bogotá, desde hace tres años la mantiene cerrada la mayor parte del tiempo porque ha aceptado dirigir una institución educativa y pasa los días en las instalaciones del establecimiento que orienta. Por tanto, en su oficina, a la cual sólo acude algunos días y durante pocas horas, se consume muy poca agua y en general se hace muy poco uso de los servicios públicos domiciliarios. La Empresa de Acueducto envía un empleado suyo para que visite la oficina porque a sus acuciosos servidores les llama la atención el bajo consumo, comparado con otras oficinas del mismo piso. Al visitador se le explica que la oficina prácticamente no consume porque no funciona ordinariamente. Porque nadie va y permanece vacía, muchas veces durante semanas.
Entonces el inteligente visitador sentencia: "Se le aplicará una presunción. Se presume el mayor consumo". Y, en efecto, sin fórmula de juicio y violando el principio constitucional de la buena fe,el siguiente recibo del Acueducto llega por una cifra cercana al medio millón de pesos, aunque el consumo es bajísimo.
Ello quiere decir, en buen romance, que a ese usuario lo castigan por ahorrar agua, en momentos en que el gobierno colombiano y el de Bogotá adelantan una campaña pública para que se ahorre agua y energía, por las precarias condiciones del país en la materia, dada la coyuntura. Pero a ese profesional lo castigan por no consumir, presumiendo lo contrario de lo que cabría presumir, cuando se ha anunciado que lo que se castigará será el consumo desmedido y abusivo del agua.
Entonces, nuestro profesional ha resuelto que, cuando no vaya a la oficina, dejará las llaves abiertas para que los funcionarios del Acueducto estén satisfechos, y le cobren menos. ¿Se había visto semejante incoherencia de las autoridades públicas, y semejante abuso contra el ciudadano? Es la estulticia, la ignorancia y la falta de criterio propia del burócrata, señores directivos del Acueducto bogotano. Tomen nota y sean más coherentes.