Las imágenes que el mundo presenció ayer, captadas por ciudadanos del común con sus teléfonos celulares en los momentos que siguieron a las explosiones, aterraban. Como las difundidas el 11 de septiembre de 2001, las de los trenes de Atocha en Madrid el 11 de marzo de 2004, las provenientes de París el 7 de enero y el 13 de diciembre de 2015, o las que casi a diario vienen de Siria, Libia, Pakistán o Irak, o como las que vimos en Colombia por causa de las bombas del narcotráfico o de la subversión -recordemos los casos del edificio del DAS y el Club El Nogal-, las imágenes de la doble tragedia ocurrida en Bruselas -en pleno corazón de la Unión Europea-, con más de 35 personas muertas y 230 heridas, fueron aterradoras. Gritos, llanto, angustia, destrucción, dolor, muerte, confusión, alarmas, gente en busca de refugio, sirenas, ambulancias, policía, medidas de seguridad, noticieros en transmisión continua. Lo de siempre.
Lo que buscan los terroristas es precisamente eso. Como el artista que combina los colores o la música, el terrorista combina todos esos elementos, para su satisfacción. Al causar el pánico; al sembrar la muerte; al generar la alarma; al provocar el dolor; al confundir a las autoridades; al movilizar a los medios...consigue su objetivo. Muestra su poder. Hace ver hasta dónde llaga y hasta dónde puede llegar su capacidad de daño. Amenaza. Amedrenta. Según su concepto, domina y doblega.
Frente a él, el Estado. Hoy los Estados europeos. Sus gobernantes. Sus fuerzas de policía e investigación. Puestos a prueba una vez más.
El Estado, esa organización política dotada de un poder soberano y titular del uso legítimo de las armas y la fuerza, creado ante todo para proteger a sus habitantes en su vida, bienes y derechos, cae una vez más ante el poder ilegítimo de los terroristas. ¿Qué hacer para evitar que terroristas suicidas hagan explotar sus propios cuerpos en cual quier sitio?
Cada atentado es una derrota. Una prueba. Un desafío. En el momento actual la amenaza de ISIS no es solamente para Bélgica. Es para toda Europa. Es para Estados Unidos. Es para Occidente.
¿Qué van a hacer los Estados? ¿Cómo cumplirán su principal función, consistente en defender a los suyos y su propia cultura?