En las últimas horas se entregó a las autoridades el hombre que, enmascarado, apareció en las imágenes captadas por cámaras el primero de mayo, con una arma de fuego que, según lo que mostraban los videos, disparó en varias ocasiones contra el Esmad de la Policía y luego se quiso ocultar entre la multitud. Sin embargo, fue seguido por las cámaras e identificado cuando se quitó la máscara. Se había ofrecido 20 millones de pesos por su captura.
El hombre, que es joven pero no es ningún niño, dice varias cosas: que el arma no era verdadera sino una pistola de fogueo. Que su intención no era matar a nadie. Que no es ningún criminal. Que le pide perdón a la Policía. Que les pide perdón a los manifestantes. Que le pide perdón a la sociedad. Que no quería causar daño alguno...En fin, lo de siempre. En Colombia se está abriendo paso, en esta y en otras materias, que la gente incurre en conductas que perjudican a la sociedad -homicidios, fraudes, quemaduras con ácido, amenazas, secuestros, o uso de armas de mentiras en el curso de marchas pacíficas interrumpidas por agitadores- y creen que neutralizan su conducta presentando disculpas o pidiendo perdón.
Esa es una actitud irresponsable por definición. No es aceptable, ni por la sociedad a la cual se le presentan disculpas, ni por el Derecho. Ni debe llevar ahora a la compasión o a la "comprensión" colectiva con el infractor, ni a exonerarlo automáticamente de responsabilidad o de consecuencias jurídicas de sus actos. Y menos puede ser considerado gracioso, o chistoso, para que otros, siguiendo su ejemplo -como es muy probable- lo imiten.
Fueron varios los riesgos: ocasionar una estampida, con los efectos que ya se han visto en otras partes; provocar que alguien, por desarmarlo, terminara lesionándolo; generar una reacción del Esmad en defensa ante la agresión y la amenaza -que en ese momento sí ocurrieron, porque nadie sabía que el revólver era de juguete-, y por tanto, pudo darse la no probable situación de disparos de la Fuerza Pública, con las consecuencias que son de presumir. El hombre habría podido morir o ser herido por cuenta de su chiste.
Ahora bien, aunque a este individuo no se le imputen cargos por tentativa de homicidio, lo cierto es que, al menos por culpa gravísima, en ataque a la autoridad, debería responder.
¿Estaba jugando? Inaceptable. Entendamos que con estas cosas no se juega. Este joven debe ser investigado además para verificar sus vínculos con los vándalos encapuchados, con los cuales se confundió y se veía como uno de ellos. No se olvide que destruyeron bienes, que afectaron el patrimonio público e histórico, y atacaron a personas. No es gratuito que este hombre se hubiera presentado enmascarado y con un arma, así sea de juguete, en una manifestación pacífica, ni que accionara el arma contra la Policía -que, fuera ella de verdad o no- significó un ataque contra la autoridad. Y eso también es punible.