Se anuncia que los delegados del Gobierno y los de las Farc han llegado al final del proceso de paz; que se han puesto de acuerdo en los puntos principales que compondrán el documento final que habrán de suscribir el Presidente de la República Juan Manuel Santos y alias Timochenko. Más todavía, se dice que este jueves, en La Habana, tendrá lugar la ceremonia de firma del Acuerdo.
Sin duda, para quienes siempre hemos considerado que es indispensable poner fin a más de medio siglo de violencia, terrorismo y odio, y que ello debe tener lugar mediante el diálogo y la negociación, es una buena noticia. De ello no queda duda, pues los colombianos tenemos ese derecho y ese deber, el de la paz, al que se refieren el preámbulo y el artículo 22 de la Constitución Política.
No obstante, la alegría por la noticia sería completa si conociéramos el contenido del documento que será suscrito. Se ha dicho a lo largo del proceso que nada está acordado hasta que todo esté acordado. Si se anuncia la firma de un Acuerdo, lo elemental es que los colombianos conozcamos ese contenido, para saber con exactitud a qué se comprometió el Gobierno y a qué se comprometieron los miembros de la guerrilla de las Farc.
Necesitamos saber si en verdad habrá una entrega de armas. Saber a quién se entregarán; cuándo y cómo. Necesitamos establecer qué reformas habrán de ser introducidas a la Constitución y a las leyes colombianas. Y que se diga si las Farc entregarán a todos los secuestrados que se ha dicho todavía están en su poder. Que se explique a qué se dedicarán y dónde estarán ubicados los desmovilizados. Qué pasará con los autores de crímenes de lesa humanidad. Qué pasará con las víctimas. Cómo será la reparación. Qué ocurrirá en realidad con el narcotráfico. En fin, muchos puntos no están claros en este momento.
Puede ser que todo está muy bien, y que los colombianos debamos declararnos satisfechos y felices con el fin del conflicto. Pero todo depende del contenido de lo que se firme. Debemos conocerlo.