El país está polarizado, inclusive ahora con ataques e insultos personales, entre quienes están por el SÍ y quienes invitan a votar por el NO. Es una polarización peligrosa que los dirigentes políticos, los gobernantes y los medios de comunicación no deberían estimular. No demoran los actos de violencia y las agresiones físicas que nos pueden llevar a una inconcebible situación de enfrentamiento totalmente opuesto a la paz que proclama el artículo 22 de la Constitución.
Chocan los partidarios del SÍ y los del NO, pero todos ignoramos cuál es el objeto de la controversia. Observemos varias cosas:
-No se ha convocado al plebiscito. El Gobierno no ha expresado oficialmente al Congreso su intención de hacerlo, porque todavía no hay ley estatutaria sobre el plebiscito por la paz, ya que no se ha sancionado ni promulgado. Y no se ha sancionado ni promulgado porque no se ha recibido el texto, firmado por los magistrados, de la sentencia de la Corte Constitucional anunciada la semana anterior, mediante la cual se revisó con carácter previo el proyecto de ley. No hay sentencia porque no la han escrito, ni la han suscrito, ni la han notificado.
-Por todo lo anterior, no ha comenzado a correr el mes que tiene el Congreso para decidir si se opone o no a la convocatoria de plebiscito. El Presidente, por tanto, no ha expedido el decreto de convocatoria al plebiscito, ni ha fijado fecha, ni se ha redactado una pregunta para que los ciudadanos decidamos votar por SÍ o NO.
Sin embargo, las redes sociales están repletas de frases, casi todas ofensivas, de los partidarios de una y otra posibilidad. Hay campañas sin saber por qué, si no se conoce el contenido de lo que se votará porque tampoco se ha firmado el Acuerdo con las Farc, y el Gobierno manifiesta que nada está acordado mientras todo no esté acordado. Ya hay jefe de debate a favor del SÍ: el ex presidente César Gaviria. El ex presidente Álvaro Uribe y sus seguidores atacan el Sí. El Gobierno defiende el Sí. El ex presidente Andrés Pastrana envía al Presidente Santos una carta furiosa pero sin bases reales contra el plebiscito, y el Jefe del Estado responde sin mayores argumentos. Y el Consejo Electoral aparece en el escenario reglamentando un certamen electoral hasta ahora inexistente que no se ha convocado, y que no tiene fecha en el calendario. En las ciudades, en las carreteras y en los caminos comienzan a aparecer pancartas por el SÍ y por el NO, sin que nadie entienda nada de lo que pasa. Nos estamos pareciendo a un país de locos.