Fueron varias las homilías del Papa Francisco durante los días santos. Como siempre, con un altísimo contenido, lleno de mensajes a los feligreses y, en especial, a los dirigentes mundiales.
El tema predominante en esas brillantes intervenciones del Pontífice ha sido el de la paz mundial, que hoy, más que nunca después de la guerra fría, está en grave peligro.
El Papa ha pedido a Dios -y lo acompañamos en esa plegaria- "que acabe con los conflictos y las guerras en el mundo, el tráfico de armas y los sufrimientos que padecen los más débiles".
Se ha referido concretamente a los casos del Oriente Medio, Israel y Palestina, así como a los interminables conflictos que tienen lugar en Siria, Irak y Yemen, clamando por la paz en esos países.
El caso de Siria es el que más preocupa al Santo Padre. Ha dicho con razón que se trata de un verdadero drama "que no cesa de sembrar horror y muerte". Agregamos que allí hay una verdadera crisis humanitaria, en un escenario de destrucción y sufrimiento indecible, y en donde el terrorismo y la violencia que se ha desatado causan daños enormes a una población indefensa. Así pudo verse el sábado santo en Al Rashidin, a la afueras de Alepo, en donde tuvo lugar un cruento y cobarde ataque contra refugiados que pretendían huir de la guerra. Un suceso cuyo balance es de más de 120 muertos.
El pontífice también le pidió a Dios que otorgue "a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y acabar con el tráfico de las armas".
No podemos olvidar lo ocurrido también en Siria días antes, cuando el Gobierno de Bashar Al Assad usó armas químicas que cobraron la vida de noventa personas y dejaron a muchas otras en grave estado. Ni tampoco la respuesta de Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos, quien ordenó el bombardeo de la base desde la cual fueron planificadas y ejecutadas las acciones gubernamentales lesivas del Derecho Internacional. Tras ese ataque ha venido el rechazo de Vladimir Putin y el veto de Rusia a cualquier decisión sobre la guerra en Siria por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El mismo Trump ordenó igualmente el bombardeo en Afganistán contra el Estado Islámico, estrenando la más poderosa arma no nuclear, que no ha tardado en ser conocida como la "madre de todas las bombas".
Y está latente la situación, muy grave, entre Estados Unidos y Corea del Norte. Mutuas amenazas; ensayos de armas nucleares y misiles por parte de Kim Jong-un, quien desafía al país norteamericano.
En fin, un estado de cosas que ha movido al Santo Padre a pedir -como lo hacemos también nosotros- mesura, calma, serenidad, imperio del Derecho y de las relaciones internacionales por el camino de la diplomacia, para que, ojalá no nos encontremos en la antesala de la tercera guerra mundial.