Punto de Referencia: LA VERDADERA PAZ. Por José Gregorio Hernández Galindo Destacado
Es difícil entender el alcance que para muchos colombianos tiene el concepto de PAZ. En un país polarizado -precisamente alrededor de un Acuerdo de Paz-, las palabras se han convertido en vocablos carentes de sentido unívoco. Son expresiones sujetas, como las normas expedidas en este tiempo, a interpretaciones acomodadas, según la conveniencia de quien las usa.
En concreto, la paz es, hoy por hoy, algo inasible. Un concepto relativizado y, a no dudarlo, utilizado por distintos sectores para, mediante su evocación e invocación, lograr sus propios propósitos. Para el Presidente Santos es la justificación de un premio. Para las Farc y sus dirigentes, un trofeo útil, con el objeto de obtener cada vez más prebendas, un trampolín para la política y un pretexto para presionar decisiones de gobierno y para formular exigencias al Congreso y a la Corte Constitucional. Para muchos congresistas es un valioso motivo para, so pretexto de la implementación legislativa o constitucional del Acuerdo Final, obtener beneficios que el país conoce como "mermelada". Para la oposición es un engaño.
El Gobierno logró que la paz, que no debería servir como medio para alcanzar fines políticos o réditos personales, se confundiera con el documento firmado el 24 de noviembre de 2016. Y pretende, además, a cada paso, usar el concepto de paz para neutralizar a sus contradictores, afirmando que quien no comparta alguna de sus propuestas, programas o proyectos, o quien critique sus políticas, el estado de la economía, el incumplimiento de promesas o el mal manejo oficial de cualquier asunto, no es nada diferente de un "enemigo de la paz". Entonces, también confunde la paz con la actual administración. O se hace y aprueba cuanto el Ejecutivo diga, o se es enemigo de la paz. Hasta las sentencias de las Cortes -en especial la Constitucional- tienen que dar su beneplácito para las iniciativas gubernamentales, así sean abiertamente erróneas o contrarias al Derecho, so pena de ser señaladas como recalcitrantes enemigas de la Paz. Véase lo sucedido, por ejemplo, con las hundidas 16 nuevas circunscripciones electorales.
La Navidad es ocasión propicia para pensar un poco acerca del verdadero concepto de paz. Sobre los contenidos y el sentido de la paz como uno de los valores supremos de nuestro sistema jurídico. Y en torno a las muchas confusiones que, so pretexto de la paz, se han impulsado hasta llevarnos a un país en que la más mínima discrepancia es atacada y señalada como opuesta a los objetivos de la paz.
La Navidad y su profundo significado tiene que ver con la paz, pero con una paz que vivifica, que enaltece, que congrega, que une. No es una paz que divide. No es una paz que enfrenta. No es una paz que polariza. Es la paz espiritual que debería anidarse en el corazón de cada ser humano.
Jose Gregorio Hernandez Galindo
Expresidente de la Corte Constitucional de Colombia y director de la publicación “Elementos de Juicio. Revista de Temas Constitucionales” y la emisora "lavozdelderecho.com".
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