Los ojos de los funcionarios de los Estados Unidos, están más abiertos que los de los funcionarios del Estado Colombiano, el hecho de que a magistrados de las altas cortes les retiren la visa Americana, es una vergüenza nacional ante los ojos del mundo, pero es una ejemplar forma de censura, ante un comportamiento inadecuado para un alto funcionario.
La imagen de país de narcotraficantes, de Pablo Escobar, pronto será borrada de la memoria debido a que estos hechos repudiables serán de poca importancia, como consecuencia de que Colombia, pasará a ocupar el primer lugar en el mundo como el país con más magistrados, jueces y fiscales corruptos.
Los delincuentes y criminales, hasta hace un tiempo eran judicializados por impolutos juristas, muchos de ellos inmolados por no ceder a las exigencias de los narcotraficantes, como es el caso de los que perdieron su vida en el holocausto del Palacio de justicia en 1985. ¿En qué momento la justicia se llenó de traficantes de fallos?, mercaderes de decisiones al servicio de la delincuencia, prestos a favorecer al mejor postor, a cobrar por la revisión de tutelas, por negar extradiciones o por conceder beneficios; funcionarios criminales que con su ambición hacen un irreparable daño a la democracia Colombiana, seguros que la impunidad y comercio de fallos, les será aplicada al momento en que sean descubiertos.
Qué vergüenza que sean los Estados Unidos quienes impongan restricciones como suspender la visa a los magistrados de las altas cortes en Colombia como consecuencia de dudas en el ejercicio de sus cargos, mientras las autoridades colombianas no hacen nada y guardan silencio ante los atroces hechos en que se ven involucrados los más altos dignatarios de la justicia colombiana. Que Dios y la patria los condene y en el infierno se quemen. Por su maldad no merecen perdón.