Los tristes hechos ocurridos hoy en la vía que de Barranquilla conduce a Ciénaga, dejaron un lamentable saldo de vidas perdidas, horriblemente calcinadas, familias enlutadas, por la pérdida de sus seres queridos, que vieron la facilidad, de obtener del camión cisterna accidentado una oportunidad de rebusque, un efímero aprovechamiento de un combustible, que resultó ser letal.
En derecho no hay responsable por la pérdida de estas vidas, está contemplado como una culpa imputable a la víctima, con la aclaración que no eran las víctimas sino los victimarios. En cuanto a los heridos, si aplicáramos la ley, deberían salir del hospital para la cárcel, pues cometieron un delito, además de exponer sus vidas al peligro, no tienen otra opción que pagar su deuda con la justicia. El sentir que la desgracia ajena puede ser la oportunidad de otros, hoy dejó una dura enseñanza para un pueblo y en carne propia para decenas de familias.
La solidaridad no solo es un principio divino, es un deber constitucional. La prestación de auxilio y socorro a las víctimas de un accidente, no debería terminar en el saqueo de la carga y de las pertenencias del accidentado.
Que el día seis de julio, sea recordado como el día de la solidaridad con los accidentados en las carreteras. Que nunca se vuelva a presentar un saqueo a quien cae en la desgracia de accidentarse. Unámonos en una oración por las almas, de quienes tan triste he innecesariamente perdieron sus vidas quemados, tratando de hurtar la gasolina que transportaba el camión accidentado. Por favor nunca olvidemos, que al caído no hay que caerle, y que la desgracia ajena no puede ser fortuna para otro.
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