La discusión política sobre izquierda – derecha – centro, a pocos mortales, sumidos en su día a día, interesa. Y es fundamental entender su diferencia porque sus distintas ideologías determinan la forma de vida y de convivencia social.
Obvio que hoy no es tan simple determinar los contrastes como en el siglo XVIII, cuando el parlamento francés discutía si el rey podía vetar las leyes de la asamblea, haciéndose a la derecha los del sí, a la izquierda los del no y al centro los indecisos, con el fin de facilitar el escrutinio.
La política es la ciencia de la gobernación: el arte de gobernar los pueblos se dice en el argot popular. Desde la gobernanza platónica y/o aristotélica, el mundo solo conoce dos sistemas políticos propiamente dichos: la Monarquía y la República. Avanzando el tiempo, la Monarquía absoluta desarrolló matices que llegan a nuestros días: Monarquía constitucional y parlamentaria y Monarquía electiva; y la República federalista o centralista. Hoy esos dos sistemas los definimos, desde la política, como democracia o dictadura; y, desde lo socioeconómico, como capitalismo o socialismo
El arte de gobernar los pueblos es una combinación de lo político, lo económico y lo social, de donde resulta, entonces, un sistema de gobierno que puede ser de derecha, si es de corte capitalista, o de izquierda, si es de corte socialista.
Por sistema entendemos un conjunto autónomo de normas y procedimientos con relación entre sí que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad (RAE). Dentro de un mismo sistema hay derecha, izquierda y centro, de donde resultan matices como extrema izquierda o extrema derecha o, inclusive, extremo centro.
Hoy se discute si existe un centro ideológico entre la izquierda y la derecha: La tesis (mi tesis) en este comentario es que no hay centro posible entre contrarios. Cualquier matiz político dentro de uno de los dos sistemas, lo será de izquierda o de derecha; o de centroizquierda o centroderecha, pero nunca un centro equidistante entre la izquierda y la derecha. Es como si uno pudiera estar en un punto equidistante entre el polo norte o del polo sur. La ecuatorial que parte el globo terráqueo en dos mitades no es un punto, es la nada entre las dos mitades que se parten: “De nada, nada se saca; a nada, nada se da”: Savater.
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