Inmediatamente, el presidente Putin, sin mencionarlo, reaccionó: "Occidente impulsa la desdolarización con sus acciones estúpidas”. En efecto, las sanciones financieras y comerciales a Rusia, poco o nada le han afectado; como un bumerang, más daño le han hecho a la Unión Europea que, a ojo cerrado, apoya a Washington… Y, por lo dicho por Trump, también a EE.UU: “Las medidas punitivas que Washington impone a sus adversarios no son inocuas para el bienestar del propio país, ya que perjudican a su moneda nacional”.
En el tiempo de las sanciones a Rusia, mientras más duras, más estimulan al Grupo BRIKCS que, en la cumbre de Kazán, Rusia, en octubre, se dispone a adoptar su propio sistema de pagos comerciales en monedas locales y, tal vez, en criptomonedas. Si los BRICS sacan adelante su sistema, y todo indica que sí, será el principio del fin de la hegemonía del dólar.
La comparación de Trump sobre una eventual pérdida de la divisa, resulta patética: “Creo que eso sería equivalente a perder una guerra … No podemos permitir que eso suceda", dice, y en su usual tono arrogante, agrega: “Eso nos convertiría en un país del tercer mundo”: bienvenidos, podría decírsele, humildemente.
La conclusión la tiene el mismo Trump: "Lo que estamos haciendo con las sanciones es obligar a todo el mundo a alejarse de nosotros", dijo, y agregó algo, que debió caerle como agua fría a Zelensky… que no considera justificados los esfuerzos de EE.UU. para "castigar" a Moscú por su operación especial en Ucrania.
P.D. Su oponente, Kamala Harris, debiera revisar la línea de guerra económica impuesta por la llave demócrata Obama-Biden contra Rusia y China, hoy; antes Venezuela, y por décadas a Cuba, si quiere contrarrestar la “sinceridad” electorera de Trump, digo yo…
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