El Gobierno nacional dejó pasar la oportunidad del desafortunado inicio de la pandemia de coronavirus para pedirle al Banco de la República un préstamo directo de largo plazo y cero intereses para enfrentar el desastre económico y social que hoy se registra en las frías estadísticas del DANE.
Más papistas que el Papa, Duque y su séquito económico se aferraron a la ortodoxia monetaria neoliberal, cuando todo el entorno global en que orbitamos (Estados Unidos y la Unión Europea), viró a la heterodoxia, inclusive sugerida desde el mismo FMI.
Por eso hoy no le queda más camino que el de una nueva reforma tributaria, que atenderá, ¿cómo no?, los oráculos neoliberales que le sugieren más IVA a los pobres y la clase media; y menos impuestos de renta y de utilidades a los ricos, con un poco más de exenciones y gabelas que pasarán de ‘agache’ en el bazar del Congreso.
Seguramente los cálculos del Gobierno, en estos momentos, son más políticos que económicos. Le tocará, en esta temporada preelectoral, apretar o soltar tuercas contando votos, o mejor, con el ojo puesto en el 2022.
Garay-Espitia nos ofrecen un parámetro socioeconómico que la racionalidad social haría imbatible: la universalización del IVA del 19% sobre la canasta familiar tendría impactos determinantes en la estructura social, en la medida en que un 23% de los hogares en situación de pobreza caería en pobreza extrema; un 16% de hogares vulnerables sería arrojado a la pobreza y hasta un 24% de hogares clase media se vería relegado a situación de vulnerabilidad… Además, la concentración de ingresos elevaría el Gini de desigualdad del 0.54 a 0.57.
Pero la estructura electoral de Colombia, plagada de delitos contra la democracia, incluyendo el fraude, puede hacer que el cálculo político no sea tanto social como empresarial, si se tiene en cuenta que un empresario como Sarmiento Angulo admite que financió hasta en el 66% la campaña Uribe-Duque 2018. Dentro de ese estado de cosas, la decisión es lógica: políticamente para este gobierno es mejor llegar al 2022 de la mano de los empresarios que de los electores. Así de simple.
Tendrá como ‘gancho’ la devolución del IVA que el año pasado, según cuentas oficiales, benefició a un millón de hogares pobres. Este año –dicen—llegarán a dos millones. Pero resulta que el índice de pobreza monetaria, antes de la pandemia, según el DANE, era de 35,7%, o lo mismo que 17,5 millones de habitantes, fácilmente 3,5 millones de hogares: ¿en qué quedan los otros 1,5?
Moraleja
Un escorpión le pidió a un sapo que lo pasara al otro lado del rio que él, a cambio, no lo picaba. Cuando iban por la mitad el escorpión no pudo contener su instinto y se ahogaron los dos.
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