Es decir, todo lo que haga o diga el Presidente de la República, siempre estará bajo juramento, y el Código Penal establece que, “el que bajo juramento falte a la verdad o la calle maliciosamente total o parcialmente, incurrirá en prisión de 6 a 12 años” (art.442 CP).
Tanto el art. 192 de la CN como el 442 del CP son meras disposiciones nominales que poco o nada se corresponden con la realidad. En gran parte, Colombia es hoy en día un ‘Estado mental’ (imaginado), nada más. Constitucionalmente nos definimos como un Estado Social de Derecho, pero en la práctica, ah poco que se aplican sus preceptos con el criterio fundado en el respeto a la dignidad humana y el interés general.
Por tanto, la Constitución de 1991 pervive más en nuestra imaginación que en la realidad. Y el presente Gobierno, instalado con la proclama política de “hacer trizas el Acuerdo de Paz”, hace el aserto más evidente, porque al ser la paz “un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”(art.22), hacerla trizas, es trapear el país con la propia constitución.
En términos jurídicos, y por el solo hecho de entrabar el normal desarrollo del acuerdo de paz, fácilmente demostrable, el presidente Duque es un perjuro. Pero, vaya usted a demandarlo, y verá… Varias acusaciones que fueron noticia en su momento, al llegar a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, “duermen el sueño de los justos”, hasta su prescripción. Si esa misma Comisión, de mayoría uribista, acaba de archivar la investigación contra el expresidente Santos, enemigo declarado del actual gobierno, por supuesta entrada de dineros de Odebrecht a su campaña, mucho menos prosperará un proceso de perjurio contra el Presidente en ejercicio, de contera, de mayoría uribista.
Un reducido grupo de personas, coaligadas por intereses políticos y económicos, impone una praxis amañada del texto constitucional. Otro ejemplo, de muchos que coparían amplio espacio, es el del Concejo de Bogotá que acaba de hundir el proyecto de reforma al predial que deja a los clubes sociales de la oligarquía pagando menos impuestos que una carnicería de barrio.
La famosa frase, “es la economía estúpido”, habría que cambiarla por “ es el modelo neoliberal, estúpido” que hace que cualquier avance social se estrelle contra el interés individual.
Por lo mismo, y mientras prime el modelo neoliberal en Colombia, cuando el debate político persiste en convocar una asamblea nacional constituyente, con el argumento de que todo se arregla con una nueva constitución, uno pudiera responder contundentemente, “esa no es la movida”. Una constitución que proclama, de entrada, “la prevalencia del interés general” (art. 1º ), no necesita más que cumplirse, en ese orden. Y se cumplirá, el día en que los electores voten a conciencia. A verlo vamos el año entrante.
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Fin de folio.- “… quesque’ ahí ‘tán’, y esos son, los que venden la nación”: Pedro J. Ramos (folclorista, periodista, abogado y político tolimense, 1934-1990).
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