La ONU emitió la semana pasada (13 al 17 de sept/2021), en el marco de su actual periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, dos informes sobre Venezuela: uno, en torno al bloqueo económico, comercial y financiero que sufre; y, otro, sobre la independencia del poder judicial.
El primero acusa a Estados Unidos y sus países aliados de provocar “un efecto devastador en toda la población … que no se corresponde con los requisitos del derecho internacional”; el segundo, revela que el sistema judicial resulta responsable, “por acción u omisión” en los delitos cometidos por el régimen contra la oposición política, como “ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes, incluida la violencia sexual y de género”.
Como se puede observar en este apretado resumen, la sufrida población venezolana está sometida actualmente al choque de dos fuerzas que luchan en direcciones encontradas: Maduro por mantenerse en el poder y Washington por derrocarlo.
El informe de la relatora especial de la ONU, Alena Douhan, denuncia que el bloqueo frena las importaciones de Venezuela de materias primas, medicamentos, dispositivos y equipos necesarios en el sistema de salud pública; máquinas, piezas de repuesto y nuevas tecnologías requeridas en la industria y el comercio. Es un genocidio, no hay otra manera de calificar el horror de negar a 30 millones de venezolanos medicinas, alimentos y empleo.
En alusión directa a esta ignominia, la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), reunida en México (18.09.21), condena la “aplicación de medidas coercitivas unilaterales, contrarias al derecho internacional y reafirma su compromiso con la plena vigencia del principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados” (Declaración final, punto 20). Colombia, que no asistió a la Asamblea, bloqueó una petición directa a Estados Unidos de eliminar las sanciones económicas a Venezuela.
La prensa está jugando un triste papel en este drama humano al no informar imparcialmente la violación de los derechos humanos de uno y otro lado. Es más, si se hiciera un análisis comparativo, el bloqueo resultaría inmensamente más crítico por su nefasto efecto sobre la población. En medio de una pandemia que ha devastado al mundo, están dentro del tintero de los periodistas preguntas como… ¿cuánta responsabilidad tiene USA en muertes prevenibles en Venezuela por falta de medicamentos?; ¿cuánta en el desplazamiento por hambre de millones de venezolanos?
Los medios de comunicación, bajo la sombrilla del interés general, embosca los intereses particulares y clasistas del poder económico, apoderado tanto de la política como de los medios. En este escenario es entendible que la prensa atribuya más importancia a la violación de los derechos humanos a líderes de la oposición a Maduro, que la violación de los derechos humanos a toda una población bajo la égida de un régimen imperial que piensa que los derechos humanos de sus aliados se defienden atropellando los derechos humanos de sus contradictores donde se mezclan el abuso de autoridad, el empleo desproporcionado de la fuerza y la intención clara de destruir al “enemigo”. Si la democracia es sinónimo de libertad, entonces, resulta contradictorio que en su nombre un país se arrogue el derecho de imponerla por la fuerza.
Y no es la primera vez que la ONU censura este recurrente crimen de lesa humanidad, no solo en Venezuela. La ONU ladra pero no muerde, porque el mundo “democrático” que lidera EE.UU. la está asfixiando económicamente. Revisando la agenda del 48º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos se encuentra la sorprende aclaración:
[…] Habida cuenta de las limitaciones financieras a las que sigue enfrentándose la Organización, no ha podido cumplir ese mandato en el plazo establecido.”. Y así, sucesivamente, varios informes quedaron aplazados por falta de presupuesto… La ONU no tiene plata, y eso lo explica todo.
Entre tanto, seguimos aplaudiendo los esfuerzos inhumanos (literalmente) que hace el mundo “democrático” por hacer volver a Venezuela a su redil. El loable fin de la democracia parece justificar todas las formas de lucha posibles, hasta la cruda violación de los derechos humanos a todo un pueblo: “Oh libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”.
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Fin de folio.- Colombia “defiende” este año su deshonroso primer lugar en el mundo en número de líderesas y líderes ambientales asesinados. A hoy, 20.09.21, van 620 desde la firma del Acuerdo de Paz; 120 en lo corrido del año.
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