El 14 de febrero es día clave en Colombia… La fuerza progresista mide su poder en la calle en respaldo a las reformas estructurales propuestas: salud, laboral, pensional y política, básicamente. El respaldo presencial que obtenga, será el pábulo que atizará el debate político-social del futuro inmediato.
De momento, en lo que respecta a la reforma sanitaria, se tiene la sensación de que la oposición va ganando el pulso. Una encuesta contratada por la ANDI con Invamer arroja que el 73 % de los colombianos está conforme con el sistema de salud, anclado en el interés financiero de las EPS. Es una abierta manipulación de la opinión pública dirigida a darle material informativo a los medios corporativos que dan por sentada la conclusión, sin tener en cuenta que todas las encuestas, sobre todo las políticas, obedecen a segmentos poblacionales que arrojan sutiles resultados premeditados (a la carta).
Además, sobre la ANDI se puede percibir que su presidente, Bruce Mc Master, ha convertido el gremio en una extensión de la oposición política; y, sobre Invamer, es sabido que tiene vínculos familiares con el inspirador de la reforma a la salud (Ley 100/93), que está en el centro de este debate. El gerente actual, Martín Orozco, desecha el sesgo con argumento blandengue (en mi opinión), de que la encuesta no fue consultada previamente a las dueñas… Ni falta que hacía, pues, al ser primas hermanas del inspirador se establece, per se, un vínculo emocional con su pariente cercano.
Resulta diciente, como epílogo de este acápite, el trino del exministro Rudolf Hommes, también artífice de la reforma sanitaria en discusión: “Uno de los grandes errores del pasado fue haber permitido que congresistas fueran propietarios de EPS e IPS”, confiesa.
Este anticipado debate político-mediático parece cerrarle el camino legislativo a la reforma sanitaria, o, por lo menos, lograr un refinado gatopardismo, “para que todo cambie sin que cambie nada”.
Todos los partidos de la coalición oficial han blandido espadas en defensa del estatu quo. La reacción de sus más caracterizados voceros advierte que ninguno, ni siquiera el petrista Pacto Histórico, está decantado en favor de la reforma sanitaria. Es la resistencia al cambio, influenciada por presiones internas y externas de conocidos intereses económicos de corto y largo plazo.
Y así, las otras reformas estructurales impulsadas por el Gobierno del Cambio:
La laboral, en la medida en que la riqueza florece y se concentra mejor en medio de la pobreza y la ignorancia, de suyo, grupos empresariales que dominan el libre mercado colombiano, la combatirán desde sus centros de pensamiento y sus medios de prensa tradicionales y sus plataformas mediáticas; también la pensional, que les provee de 345 billones de pesos de ahorro público depositado en sus fondos privados, según datos al cierre del año pasado, en generoso usufructo .
En la misma onda se sintoniza la reforma política. Los incentivos a los legisladores mueven a escándalo. La reforma política resulta sui generis, paradójica, pues, los mismos beneficiarios de artificios políticos son los que guardan la llave del cambio. Múltiples intentos se han hecho, por ejemplo, para reformar el Código Electoral de 1986, y nada… En la misma laguna se ahoga el punto 2 del Acuerdo de Paz, sobre una reforma política que se propuso desde el 2017.
Vale la pena tocar la propuesta de la lista cerrada, punto central del debate que inicia ahora en segunda vuelta, ya desvirtuada. En el pasado cercano se conoció como la “dictadura del bolígrafo”, la conformación de listas de elección popular, pues, daban lugar a que los barones electorales, no solo se perpetuaran en las colegiaturas, sino que también, hacían cama para sus ahijados políticos. Entonces se introdujo el voto preferente para que los electores pudieran sufragar por su candidato, independientemente del puesto que ocupara en la lista. Si hay un ejemplo patético de que a veces el remedio resulta peor que la enfermedad, este les gana a todos. Bajo la fronda del voto preferente enraizó el poder de los narcos y paramilitares, dando partida de nacimiento al estigma de la narcoparademocracia que permea todo el establishment, al día de hoy.
En síntesis, los legisladores y funcionarios públicos de elección popular, se deben más a sus patrocinadores financieros que a los partidos y sus electores… Y al ser elegidos, pagan con prebendas tributarias, con burocracia y contratos públicos, y con creces, a sus empresas patrocinadoras.
Un somero análisis al respecto podría encontrar la relación directa entre el voto preferente y el incremento de la corrupción administrativa a todo nivel, nacional, regional y local, y en todas las ramas del poder establecido, incluyendo el judicial.
El quid de la discusión sobre el voto preferente hoy, es ese. Debe ser abrumadora mayoría los legisladores y gobernantes cooptados por el poder económico formal e informal, ambos corruptos, porque la rebelión contra la lista cerrada, seguida de la exclusiva financiación estatal, es inmensa.
Es aquí y ahora que toman sentido las reiteradas llamadas del Presidente Petro, incluyendo ésta última del 14F, de salir a las calles en apoyo a las reformas…
“Se necesita de millones y millones de personas en las plazas, en las calles, en las universidades, en los campos y en la gran ciudad, dispuestas, de verdad, a presionar el cambio, si el gobierno se chichipatea”, dijo textualmente en su alocución del Día de la Raza (12 de octubre-2022).
La masiva movilización social convocada por Petro puede desenmascarar esas seudoencuestas contratadas por el estatu quo, y replicadas insaciablemente por los medios corporativos, siguiendo a Goebbels… “miente, miente que algo quedará”.
Y, no se les haga raro que si la coalición oficial se revienta en el Congreso (todo apunta allá), Petro acuda a la democracia directa para sacar adelante las reformas del Gobierno del Cambio: “No nos reten”, advirtió alguna vez, antes de posesionarse. Si Petro no luchó por ser Presidente, sino trascender como Presidente, su lucha hasta ahora comienza: sin prensa adicta y sin Congreso, en medio de una oposición, que aunque torpe, es eficaz por lo feroz, no le queda otro camino que el poder popular en su más pura expresión: la calle. Las manifestaciones públicas en pro del gobierno, inclusive, están llamadas a servir de contrapeso del poder mediático que detenta la facultad de calificar y decirnos cómo marcha el gobierno de turno, a través de encuestas, informaciones, editoriales y columnas de opinión.
En un país, gobernado tradicionalmente por la derecha, acudiendo, incluso, al genocidio político, virar a la izquierda no será fácil. Por eso, el 14F puede ser la fuerza que necesita el Gobierno del Cambio para presionar, desde la calle, su propuesta de justicia social: hagan sus apuestas.
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Fin de folio.- Política, dinero y poder, coctel del día en la democracia moderna: ¡Salud!
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