La historia de la película gira en torno al reparto de la herencia de Madame D., en donde todos los interesados halan para su lado sin ceder en ningún punto hasta que sucede lo que casi siempre sucede, la herencia se pierde dejando destruida toda posibilidad de comunicación entre los afectados. Y, hasta muerto y preso se le aporta al proceso derivado de la lucha intestina, por quedarse con los bienes del difunto.
El Gran Hotel Budapest o “The Grand Budapest Hotel “ es una película de Estados Unidos, dirigida por Wes Anderson con la actuación de Bill Murray, Jude Law, Willem Dafoe, Tilda Swinton, Harvey Keitel, Edward Norton, Saoirse Ronan, Jeff Goldblum, Adrien Brody, Owen Wilson, Jason Schwartzman, entre otros.
La trama se desarrolla básicamente en el Gran Hotel Budapest, en el periodo de entreguerras en la ficticia república de Zubrowka, Europa Central. El hotel de cinco estrellas, elegante y distinguido, está a cargo de su conserje Monsieur Gustave H. (Ralph Fiennes), todo un caballero de meticulosas y metódicas maneras en el trato para con sus clientes, especialmente si se trata de mujeres ricas, maduras y de la alta sociedad, a quienes se entregará en cuerpo y alma y por cuyos servicios, ellas le retribuirán con algo más que cuerpo y alma.
Para Gustave, dos reglas de oro rigen su trabajo en el Gran Hotel Budapest: “El Cliente es lo primero” y “Gallina vieja hace buen caldo” por aquello de los servicios de “gigoló” prestados a sus añejas clientas.
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Al “Gran Hotel de Budapest” llega un botones, Zero Moustafá (Tony Revolori), al que Gustave apadrina y a quien de paso convierte en su confidente. Pasados los años, Zero queda de propietario del hotel y décadas después –bajo el imperio soviético- le contará las aventuras del Grand Budapest, a un joven escritor. Es decir, la historia de Gustave, nos llegará contada por Zero Moustafá, el botones del hotel.
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Siendo conserje Gustave, una de sus más asiduas y veteranas clientas, Madame D. (interpretada por Tilda Swinton) muere en extrañas circunstancias, pero le deja en su testamento, un cuadro renacentista de valor incalculable. El problema es que el reconocimiento -por los maravillosos encuentros que Gustave le ofrecía a Madame D., en el Grand Budapest-, convierten al conserje en objetivo de la familia de la difunta, que lo acusa de haber matado a Madame D., para heredar la pintura.
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La lectura del testamento, una de las escenas más divertidas de la película, nos muestra esa extraña dualidad en la cual se ven inmersos los herederos que esperan pacientemente la lectura del reparto de los bienes objeto de una descomunal fortuna. La escena por obvias razones, es tragicómica; en el momento en el cual se lee que a Gustave le correspondió la valiosa pintura renacentista, la situación se intensifica en lo trágico y en lo cómico -sin dejar de resaltar que-, uno como público, no puede dejar de sonreír y visualizar la realidad patética que refleja la audiencia de lectura del testamento. ¿Acaso no era la muerte de Madame D., lo más importante unos segundos antes? No cabe duda que estamos ante una burla al tema de las herencias y todo lo áspero que ellas envuelven para los herederos que resuelven entrar en litigio.
En el Gran Hotel Budapest -como acontece en algunos repartos de herencias- hasta muerto y preso se le aporta al proceso derivado de la lucha intestina, por quedarse con los bienes del difunto. Sin duda la película nos trae una caricatura bien contada de lo mucho que se puede lograr en las peleas familiares cuando existe de por medio una herencia generosa, por repartir. Todos los miembros se enfrentan entre sí, sin que ninguno ceda a favor del otro.
Zero nos cuenta que Gustave, ya perseguido como un criminal, decide emprender una loca aventura de traiciones, crímenes, prisiones, fugas y amores, para limpiar su nombre y sobre todo, para hacer cumplir la voluntad de Madame D. ¡No faltaba más que el gigoló conserje se quedara sin la pintura renacentista!.