Para nadie es un secreto, que las empresas criminales organizadas para cometer delitos económicos de la envergadura de lo que se está denunciando en los medios de comunicación -en el caso de Interbolsa- se escapa de la comprensión y el entendimiento de la mayoría de los colombianos del común. El mismo interventor afirma que “Es evidente que el caso Interbolsa es un tema jurídico complejo. Hay que decir, en beneficio de la actuación de la Fiscalía, que los delitos económicos son muy intrincados porque sus autores suelen ser personas capacitadas e instruidas. No son raponeros de esquina. Su propia educación los hace todavía más culpables. En el caso particular del Fondo Premium, montaron una estructura maquiavélica para que nunca los descubrieran, y, si eso llegaba a ocurrir, que nunca los pudieran juzgar. A eso se debe que lo que hicieron sea realmente escabroso. En realidad, eran una verdadera pandilla”.
Y, claramente no son raponeros y se trata de personas capacitadas e instruidas que como informa el interventor están tratando de buscar la prescripción de los delitos mediante “toda clase de recursos, trabas, dilaciones” para después demandar al Estado –es decir, a todos los colombianos- por daños y perjuicios: “Imagínese este escenario: llega la impunidad, estos señores no pagan ni un día de cárcel y, lo que es peor, apenas prescriba, van a iniciar demandas contra el Estado. Les vamos a salir debiendo plata”.
Según lo que dice el interventor en la entrevista concedida a Juan Gossaín, en el futuro si los abogados “que son tan curtidos” terminan saliéndose con la suya, pasarán -los ahora investigados- al papel de víctimas. Y, ¿A quiénes –eventualmente- en el caso hipotético expuesto por el interventor les vamos a salir debiendo dinero, los colombianos? pues –entre otros- a los señores Víctor Maldonado (accionista o propietario de Foto Japón y Archis); Juan Carlos Ortiz (esposo de Viena Ruíz); Rodrigo Jaramillo padre y Tomás Jaramillo hijo; y, al italiano Alessandro Corridori. Es decir, individuos que la venían pasando bomba con los dineros de miles de personas –en el caso Premiun- que “no tenían más de 150 millones” de pesos y confiaron en Interbolsa creyéndola, la comisionista de bolsa de valores más confiable de Colombia.
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Poco a poco nos venimos enterando que con el dinero de las víctimas, efectivamente la pasaban de fiesta y celebración “personas capacitadas e instruidas” y, no propiamente “raponeros de esquina”. El doctor Alejandro Revollo, nos cuenta en la entrevista que mientras los ahorradores “llevaron los billetes físicos “en rama” como dicen, ellos [los de Interbolsa] los guardaban en un caja fuerte. De esa caja fuerte, instalada en el tercer piso del edificio de Interbolsa en el norte de Bogotá, sacaban dinero para sus gastos”.
Y ¿por qué razón los negocios de estas personas –expertas en la bolsa- comenzaron a complicarse y se quedaron sin flujo de caja? Pues no queda más remedio que concluir que eran despilfarradores. Según la entrevista, gastaban como monarcas de su propio reino gracias a los dineros de los ahorradores, es decir “salía la plata para pagar el parqueadero de sus yates en la Florida o la compra de repuestos en Panamá, o para consignarle a Víctor Maldonado cuando andaba de paseo en Indonesia. Los ingenuos les financiaban sus caprichos y sus viajes de placer por el mundo. Como hacen las esposas ricas cuando llaman a la secretaria del marido para ordenarle que les giren. Convirtieron el dinero ajeno en plata de bolsillo”. (…) “hemos encontrado que con dinero de los ahorradores se pagaban excentricidades insólitas, viajes en jet privado y hoteles de lujo, incluso en Asia. Una chaqueta de piel que costó 10.000 dólares fue cargada a la tarjeta de crédito de la empresa. En un solo viaje Ortiz compró 10.000 dólares en zapatos. Abundan los pagos de tiquetes en primera clase”. (…) “me da vergüenza contarle…de las bacanales que se hacían con el dinero de los ahorradores, en la casa que Víctor Maldonado tiene en un paraje marítimo cercano a Cartagena, llamado Cholón. En el avión privado de Maldonado viajaban Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz con las modelos de pasarela, con la comida y las bebidas más refinadas que uno pueda imaginarse”.
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Por todo lo conocido a lo largo del caso de Interbolsa; por tratarse de personas “capacitadas e instruidas” es decir, personas que lo han tenido todo y en su codicia desean más, es que preocupan y molestan –entre todas, muy graves-, dos cosas de las reveladas por el interventor Alejandro Revollo en su entrevista: (i) que corra el rumor de que uno de estos personajes, esto es, Juan Carlos Ortiz expulsado en el año 1998 de la Bolsa de Bogotá, continúe en sus andanzas: “Juan Carlos Ortiz, uno de los implicados en el escándalo de Interbolsa, está operando otra vez a través de un fondo de capital privado radicado en Costa Rica…comprando participaciones a los accionistas pequeños de Premium, que es parte fundamental en el escándalo de Interbolsa. Esos pequeños accionistas temen perder lo que invirtieron, y si tenían 50 y les ofrecen 10, en su desesperación los aceptan. Comprándoles a menos precio a esos chiquitos, Ortiz insiste en hacerse con el control de Premium. Además, si saca a esos chiquitos, que son la mayoría, evita que se hagan parte dentro del proceso penal y así bloquea el proceso”; y, (ii) la actitud de la Fiscalía, pues lo que el interventor estima como acto al menos “imprudente” del Fiscal, claramente lo es: “En mi opinión, la obligación constitucional y moral de la Fiscalía es acusar (…) el doctor Eduardo Montealegre, fiscal general, está en todo su derecho de ser amigo del abogado Jaime Lombana, defensor de Rodrigo Jaramillo, presidente de Interbolsa y de su hijo Tomás. Y Lombana, a su turno, está en todo el derecho de escribir un libro, como acaba de hacerlo. Pero que, en medio de semejante escándalo, el Fiscal le escriba el prólogo a Lombana y sea, como fue, el presentador de su libro es un hecho que ha generado muchas polémicas, como lo confirma el reciente debate radial entre el propio Lombana y el periodista Alberto Donadio. Como mínimo, fue impertinente. En el mejor de los casos, imprudente”.
La verdad es que la fiscalía se ha tardado en imputar cargos a la mayoría de los implicados y el riesgo de la prescripción de los delitos, ronda el proceso. Y, como dijo Seneca “La justicia tardía, es injusticia” no es posible que unas personas que la venían pasando de fiesta con el dinero de pequeños accionistas y ahorradores, terminen de víctimas y demandando al Estado y las víctimas terminen sin la debida reparación al daño causado por estas personas que en el mejor de los casos podriamos llamar -mientras la justicia falla-: sinverguenzas y cínicos.
Foto de Mauricio Moreno/ELTIEMPO
En el periódico EL TIEMPO del viernes 5 de septiembre de 2014, el interventor de la Superintendencia de Sociedades en el Fondo Premium, Dr. Alejandro Revollo, le explica al periodista colombiano, Juan Gossaín, lo ocurrido en el caso Interbolsa. Lea la entrevista completa en el siguiente link: