Hoy 30 de julio es el día mundial contra la trata de personas, una de las peores formas de violencia, de desprecio por la dignidad y los derechos de seres humanos.
En épocas anteriores se hablaba de “trata de blancas”, expresión que, además de ser abiertamente discriminatoria -porque parecía transmitir la idea de que el tráfico con personas de otras razas era lícito-, no cobijaba el inmenso espectro de esta modalidad criminal, que se extiende por todo el mundo y que afecta a hombres, mujeres y niños. Por eso, la denominación actual es mucho más real y se opone a todas las formas de esclavitud, servidumbre, comercio o tráfico con seres humanos
Según las más recientes estadísticas de Naciones Unidas, más de 21 millones de personas son objeto de este comercio ilícito y vergonzoso, han sido engañadas, raptadas o amenazadas para entrar y permanecer en el cautiverio, y se encuentran atrapadas en las redes de la esclavitud moderna.
Dice el informe de la ONU que todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas.
En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó un Plan de Acción Mundial con miras a generar conciencia sobre la gravedad de este mal, y combatir el tráfico de personas, urgiendo a los Gobiernos de todo el mundo a tomar medidas efectivas, tanto en el campo legislativo como en el judicial y policivo, para descubrir y derrotar a las mafias criminales que organizan, dirigen y ejecutan tan detestable y oprobiosa modalidad de violencia. El Plan concebido invita a “integrar la lucha contra la trata en los programas de las Naciones Unidas para el fomento del desarrollo y el refuerzo de la seguridad mundiales”. Inclusive, se ha constituido un Fondo Voluntario Fiduciario para las víctimas del tráfico, especialmente mujeres y niños.
Las constituciones políticas y los tratados internacionales sobre derechos humanos, así como los códigos penales consagran normas perentorias que buscan erradicar las actuales formas de esclavitud.
Como lo acaba de decir el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, “todos los países deben aunar esfuerzos para superar esta amenaza transnacional, apoyando y protegiendo a las víctimas sin dejar de perseguir y enjuiciar a los delincuentes”.