La indignación por el crimen cometido en la persona de la niña YULIANA SAMBONÍ es muy grande en todo el país, y crece a medida que se conocen los detalles de la actuación previa y posterior del sujeto señalado por la Fiscalía como responsable de los hechos, RAFAEL URIBE NOGUERA.
Hay en este caso muchos elementos que deben hacer reflexionar a la sociedad y que deben ser tenidos en cuenta por la administración de justicia:
-Este hombre cometió un crimen atroz. Raptó, según expuso la Fiscalía al formular cargos, a una niña, cuya familia se encontraba en Bogotá desplazada por la violencia del Cauca; la violó, la golpeó, la torturó y la mató.
-La camioneta en que se trasladó en búsqueda de su víctima había sido vista varias veces en la zona de residencia de la menor
-Con la pretensión de encubrir y proteger al delincuente, terceras personas manipularon la escena del crimen, como lo señaló el Fiscal General, bañaron el cuerpo de la niña con el objeto de desaparecer pruebas; y querían hacer pasar el caso como de un accidente.
-Todo indica que el crimen se cometió estando en pleno juicio el agresor, quien después consumió droga para ser llevado a un centro asistencial. Una clínica especializada no lo recibió y se fue a una especializada en otro tipo de afecciones: las cardiovasculares.
-Sin duda, el hombre no quería responder, y anoche ante el juez se declaró inocente.
-Al parecer, este individuo ha pretendido valerse del poder, la influencia y el dinero para escapar a la acción de la justicia.
Todo el país pide justicia, severa aplicación de las normas pertinentes, celeridad, ningún beneficio para el delincuente. Hay solidaridad con la niña, con su familia, con los muchos niños y niñas que en Colombia han corrido la misma suerte; y hay rabia e indignación, como lo hemos visto en las protestas -que, dicho sea de paso, deben ser pacíficas- que han tenido lugar en varios sitios.
"No más". Es el grito que sale de muchas gargantas. Pero no debemos contentarnos con la sanción en este caso, ni con las normas que se expidan para establecer la cadena perpetua o el aumento de penas.
La sociedad debe reconsiderar muchas cosas. ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué se han aflojado los resortes morales? ¿Por qué se desprecia en esta forma la vida humana, la dignidad de las personas, el inmenso respeto que merece un niño? ¿Por qué se ha abierto paso una generalizada tendencia al morbo, a la violencia, a la falta de respeto? ¿Por qué se han perdido los valores y los principios? ¿Qué hacer?
Creemos que resulta menester recobrar, desde la educación de los niños, unos criterios sanos y pacíficos de convivencia. Y unos principios morales y jurídicos. Todas estas cosas, tan horrendas como las mencionadas, han ocurrido porque no se respetaron los principios.