Partiendo del principio de la buena fe, será creer que absolutamente todas las armas que tenían las Farc en su poder han sido entregadas a la ONU.
Y, con base en el mismo postulado, será creer que se acabaron las Farc y que hemos llegado a la paz.
Esto último supone necesariamente que los dirigentes y miembros de las Farc en todo el país se han vinculado plenamente a la institucionalidad, se someten a la Constitución y a las leyes colombianas y han dejado de delinquir.
Es entonces cuando surgen las preguntas que nos hacemos los colombianos, sin perjuicio de la satisfacción que nos produce el hecho de que, según la frase de Rodrigo Londoño -antes conocido como alias Timochenko- hayan dicho "adiós a las armas":
-¿Alguno de los frentes de las Farc mantienen todavía, en algún lugar del territorio, a personas secuestradas? Porque, si así es, siguen delinquiendo y pierden los beneficios concedidos por la Ley 1820 de 2016 y quedan a disposición de la justicia ordinaria, ya que el delito de secuestro es un delito continuado, que se sigue cometiendo mientras la persona plagiada siga en cautiverio.
-¿Por qué no han dicho si los secuestrados que mantenían en su poder murieron y si fue así, en dónde están sus restos?
-¿Por qué han devuelto apenas a unos pocos menores de los muchos que habían sido reclutados? ¿Dónde están los que no han sido entregados a sus hogares?
-¿Al fin, no tienen bienes, dineros, ni patrimonio alguno dentro o fuera del territorio nacional? ¿Por qué algunos fueron sorprendidos con muchos dólares en su poder?
-¿Asumirán la reparación integral y real de las muchas víctimas que dejó su accionar terrorista?
-¿Respetarán en el futuro las decisiones judiciales, evitando ataques e improperios como los que pronunciaron contra la Corte Constitucional -a cuyas sentencias habían dicho someterse- cuando se falló la inconstitucionalidad parcial del procedimiento "Fast track"?
Son preguntas que todos nos hacemos y que deberían ser respondidas con sinceridad, no con palabras sino con hechos. De lo contrario, también de buena fe, podríamos pensar que estamos ante una paz teórica y falsa.