Este 7 de agosto se posesiona en Bogotá -que, dicho sea de paso, cumple hoy 480 años-, ante el Congreso Nacional, el nuevo Presidente de la República Iván Duque Márquez, el ciudadano elegido por los colombianos para dirigir el Estado y el Gobierno durante los próximos cuatro años.
Pero no es ese el tema de la presente columna. Queremos resaltar hoy la fecha: el 7 de agosto, porque si el pueblo colombiano, en ejercicio de su soberanía, puede hoy elegir a sus gobernantes, contar con unas instituciones democráticas, ejercer unos derechos y gozar de unas libertades, es porque hace 199 años, el 25 de julio y el 7 de agosto de 1819, en las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá, "soldados sin coraza ganaron la victoria", como dice nuestro Himno Nacional. No rompieron filas, ni salieron corriendo ante el peligro. Gracias a su valor, a la conducción de hombres como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Juan José Rondón, y a la honestidad y rectitud de jóvenes como Pedro Pascasio Martínez, logramos poner fin al yugo español, a la dictadura y al régimen del terror.
El 20 de julio de 1810 habíamos proclamado la independencia y firmado el acta que nos liberaba, sentando las bases jurídicas para establecer nuestras constituciones. Las de la mal denominada "Patria boba". Pero el regreso del rey Fernando Séptimo y la llegada del "Pacificador" Pablo Morillo y del Virrey Juan Sámano, con el claro designio de subyugar de nuevo las antiguas colonias, acabando con las libertades a sangre y fuego, hicieron necesaria la campaña libertadora, que culminó con fortuna el 7 de agosto de 1819. Derrotados los españoles, hicimos valer nuestra independencia y pusimos en vigor nuestra soberanía.
No olvidemos la Historia, ni dejemos de agradecer a los valientes que consiguieron nuestra libertad. Preservemos las instituciones republicanas logradas con tanta lucha y sacrificio, y recuperemos su estabilidad y plena vigencia.