En uno de sus primeros actos como Presidente de la República, el Dr. Iván Duque ha visitado el Catatumbo, y ha podido percibir que en esa importante región del país hace falta una real presencia del Estado. Los cultivos ilícitos, en especial los de coca -que se han incrementado en magnitud verdaderamente alarmante sin que las actividades del gobierno saliente hubiesen dado resultado-, el narcotráfico, los enfrentamientos -con violencia- entre organizaciones delictivas, el efectivo dominio de la delincuencia sobre la población, conforman un esquema de total desgobierno y pérdida de control por parte del Estado.
El Presidente actual, cuando era candidato -en tiempo de paro armado-, manifestó su voluntad de acudir al Catatumbo si era elegido. Y lo ha cumplido.
Ha expresado el Dr. Duque su compromiso con una política que permita liberar al Catatumbo de los ataques violentos,poner fin a los negocios ilícitos y dar nuevas oportunidades a la gente honesta, que es la mayoría en la región.
Para que eso tenga lugar, es indispensable que el Estado recupere el control, perdido desde hace tiempo en la zona, no solamente con la efectiva y real presencia de la Fuerza Pública -para la cual no puede haber territorios vedados-, con la persecución y el ataque a las bandas delictivas y narcotraficantes que allí operan, sino con una política social y económica seria y bien diseñada, cuyos efectos se sientan por parte de la población.
Ante todo es indispensable derrotar a los maleantes y liberar a la población. Ha anunciado el Jefe del Estado un incremento del pie de fuerza de las unidades militares en los once municipios de la zona. Eso es necesario y urgente, y la Fuerza Pública debe contar con todo el respaldo del Gobierno Nacional para llevar a cabo las acciones necesarias. Los violentos deben ser neutralizados, y esa es la función constitucional de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.
Hay peticiones que los alcaldes de los municipios del Catatumbo entregaron al Presidente Duque, con miras a su inclusión en el Plan de Desarrollo. Es de esperar que los funcionarios del Gobierno las consideren, las estudien y lo que se deba proponer al Congreso, se proponga.
Va el Presidente para Tumaco. Seguramente encontrará un panorama no menos desolador. Y deberá proponer soluciones de fondo.
Está muy bien que el nuevo Presidente haya comenzado por enfrentar directa y personalmente estas realidades.