La Inocencia yace, en el centro del cuadro, acoquinada bajo el infame gesto de la Calumnia. La Envidia la precede; el Engaño y la Hipocresía la acompañan. Todas las pasiones viles y traidoras suman su esfuerzo implacable para el triunfo del mal. El Arrepentimiento mira de través hacia el opuesto extremo, donde está, como siempre sola y desnuda, la Verdad; contrastando con el salvaje ademán de sus enemigos, ella levanta su índice al cielo en una tranquila apelación a la justicia divina. Y mientras la víctima junta sus manos y las tiende conmovedora, el juez Midas presta sus vastas orejas a la Ignorancia y la Sospecha.
(…)
Los mediocres, más inclinados a la hipocresía que al odio, prefieren la maledicencia sorda a la calumnia violenta. Sabiendo que esta es criminal y arriesgada, optan por la primera, cuya infamia es subrepticia y sutil. La una es audaz; la otra cobarde. El calumniador desafía el castigo, se expone; el malediciente lo esquiva. El uno se aparta de la mediocridad, es antisocial, tiene el valor de ser delincuente; el otro es cobarde y se encubre con la complicidad de sus iguales, manteniéndose en la penumbra”.
JOSÉ INGENIEROS. (1994). EL HOMBRE MEDIOCRE, México, Editorial Porrúa, S.A., I,40
BREVE RESEÑA. HISTORIA“APÓCRIFA” DE LA OBRA PICTORICA.- El pintor más famoso de la Grecia clásica, Apeles, fue calumniado y acusado, de promover la revuelta en la ciudad de Tiro (ubicada en el sur de Líbano). Estando a punto de ser ejecutado por el Faraón Egipcio Ptolomeo IV Filopator, un tercero reveló la verdad. Se dice, que esta historia de Apeles a punto de ser ejecutado, inspiró el cuadro de Botticelli.
En la pintura, se ve al rey Midas, un juez mediocre que alejado de su deber de hacer justicia, cumple el triste oficio de no hacerla nunca, escuchando al oído lo que le dicen la sospecha y la ignorancia.
La historia que nos trae la pintura de Botticelli, está conformada por 10 figuras: A un solo lado: El rey Midas (Juez inepto), sentado en el trono y rodeado de dos mujeres que le susurran al oído: La Ignorancia y la sospecha. El rencor, de pie mirando con firmeza al Rey Midas y vestido con habito de monje, toma del brazo a la calumnia para acompañarla ante el juez. La calumnia, convencida de lo que dice y hace, arrastra -sin titubeos- a la víctima desnuda (la inocencia), que impotente clama clemencia y, mientras la sujeta, sus largos cabellos son trenzados por dos jóvenes que nunca la desamparan y son sus amigos más fieles: El Fraude y La Envidia. Vestida de andrajos negros y ocultando su rostro, La Penitencia (arrepentimiento), mira de reojo a la verdad; y, por último, en uno solo lado: la desnuda y solitaria VERDAD que ubicada en una esquina, parece invocar al cielo, en la tranquilidad de su convicción, la llegada de un gran esplendor, propio de lo que ella representa: la esquiva verdad.
Imagen tomada de: Blog de historia del arte IES Rámon y Cajal (Tocina-Sevilla)