Un buen juez ejerce su función de manera recta, imparcial, independiente y con arreglo a Derecho. Libre de presiones y lisonjas. Sin objetivos de orden político o económico. Ese talante lo hace respetable.
El Gobierno de los Estados Unidos ha resuelto cancelar la visa a magistrados de la Corte Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia, lo cual ha sido visto por las corporaciones judiciales y por un sector de la opinión como una forma de presión sobre aquéllas para que fallen en determinado sentido en asuntos tales como la extradición o el uso del glifosato para combatir los cultivos ilícitos.
Lo cierto es que cada Estado, en virtud de su soberanía, goza de plena autonomía para decidir a quiénes recibe en su territorio y a quiénes no, y por tanto el Gobierno colombiano debe respetar esas decisiones, y no puede obligar a la Embajada norteamericana a expedir o restituir las visas a los magistrados, como algunos se lo han exigido. Ese es un asunto que deben resolver únicamente los norteamericanos.
Los magistrados, por su parte, no tienen que adelantar gestiones ni presionar para recobrar sus visas. Ni tampoco es lo indicado que, a manera de protesta, renuncien en bloque a las visas otorgadas, como algunos aconsejan. Con visa o sin visa, ellos únicamente deben preocuparse por ejercer con rectitud e independencia su sagrada función de administrar justicia.