CINE Y DERECHO: BIG EYES en español “OJOS GRANDES”. Clara Patricia Montoya Destacado

“BIG EYES” es la historia de una usurpación, de una impostura. Se trata de un engaño al público consumidor de obras de arte; de una gran mentira a propósito del autor y creador de las pinturas más vendidas en los Estados Unidos alrededor de los años 60; de un ardid sostenido por la pareja de esposos conformada por Margaret y Walter Keane que finalmente terminó aclarado en los estrados judiciales, más exactamente en la Corte Federal de Honolulu (Capital de Hawái en los Estados Unidos) en el mes de mayo de 1986, cuando el juez profirió su veredicto sobre los hechos objeto del litigio, con fundamento en la prueba directa e inmediata que por su mandato fue recaudada en los propios estrados judiciales bajo la observación del supremo verificador y ante la presencia de los miembros del jurado. 
 
“Ojos Grandes” es una película biográfica (año 2014) dirigida por Tim Burton,  protagonizada por la actriz de cine y televisión estadounidense Amy Adams en el papel de Margaret Keane y por el actor austriaco alemán Christoph Waltz en el papel de Walter Keane.
 
 Imagen de newsnyork.com
 
LA HISTORIA.- En los años 60, unas pinturas de niños y animales cuya expresividad más perceptible residía en  sus enormes ojos, comenzaron a popularizarse y venderse exitosamente en los Estados Unidos. Las pinturas estaban firmadas por Keane.
 
Imagen de: tallerdeencuentros.blogspot.com
 
Walter Keane (1915-2000) era aparentemente un paisajista que habiendo vivido en Paris, se había especializado en pintar óleos de las calles parisinas. Al parecer –así lo muestra la película de Tim Burton- era mal pintor pero excelente relacionista público y un talentoso hombre de ventas y mercadeo.
 
Por los datos -ajustados a la realidad biográfica de Walter Keane- sabemos que nació en la ciudad de Lincoln, capital del estado de Nebraska; tuvo una hija llamada Susan Hale Keane de su primer matrimonio con Barbara Ingham de quien se separó en el año 1953; terminada la Segunda Guerra Mundial, viajó (1948) a Europa con paradas en la ciudad de Heidelberg (Alemania) y la ciudad de Paris (Francia);  en California fundó con su primera esposa un negocio de juguetes para niños llamado “Susie Keane´s Puppeteens”.
 
En la ciudad de San Francisco (1955) en un parque de pintores callejeros conoce a Peggy Doris Hawkins, nacida en Nashville, capital del estado de Tennessee (Estados Unidos). Los dos están en la calle vendiendo sus propias pinturas; Walter sus óleos inspirados en las  calles y edificios de la llamada “Ciudad de la Luz”  y  Peggy, acrílicos con caras de niños desamparados de inmensos ojos tristes.
 
Imagen de: www.begbe.com
 
Peggy (1927) es una mujer insegura, tímida, con baja autoestima y separada; tiene  una hija de nombre Jane de cuyo rostro obtiene la inspiración para pintar las caras de todos los niños de sus cuadros y, gracias a su talento innato para la pintura, en los ojos de los protagonistas de sus óleos logra reflejar  su inmensa sensibilidad. Para ella, se pueden ver muchas cosas en los ojos de una persona, porque son la ventana del alma.
 
No obstante, la situación de mujer separada en los años 50, la hace una mujer vulnerable en una sociedad que no ve con buenos ojos su estado civil y al parecer la oportunidad de un nuevo matrimonio de la mano de su recién conocido pintor de calles y carreras parisinas, le asegura (no olvidar que es una mujer con bajísima autoestima. Para ella “todo es cariño”) el status de casada, con todas las garantías sociales, que la nueva condición le representa. Así las cosas,  pese a mostrarse  como una mujer tímida e insegura, se casa el mismo año (1955) en el que conoce a Walter Keane y, adopta el nombre de Margaret y el apellido de su nuevo esposo.
 
Foto de time.com
 
Walter Keane, no necesita mucho tiempo para descubrir que en Margaret existe un sobrado talento para la pintura y una enorme debilidad personal para defenderlo como propio. En el caso particular de la pintora, tal vez, el peso de una sociedad machista le impidió empoderarse de su doble papel de mujer y pintora talentosa, por lo que el ojo observador y ambicioso de Walter no tendría reparos ni vergüenza en asumir como suyo, el talento que no le pertenecía.
 
El marido jovial y positivo, el que la estimulará a pintar sin suspender el trabajo en los días de los días, le dirá:   “Tu corazón está en tu trabajo. Tú puedes ver a alguien. Tienes un talento asombroso. Tú puedes ver a alguien y capturarlo en tu lienzo. Puedes pintar a las personas”. Y, sí. Ella puede hacer todo eso y lo hará.  
 
Efectivamente, Margaret sintió en el fingido apoyo alborozado de su esposo ante su trabajo, la fuerza para sentirse viva y con muchas ganas de pintar; de tal forma que encerrada en su atelier de día y noche, sin el testimonio de nadie más que Walter, pintará y pintará y pintará óleos con cara de niños solos o acompañados de gatos y perros de ojos inmensos, expresivos y profundos.
 
 
Imagen de: www.beliefnet.com
 
Las pinturas irán firmadas por Keane…pero ¿Cuál de los dos Keane? Pues bien, al menos en la película que está basada en el testimonio de la protagonista, la señora Margaret Keane, lo que nos queda claro es que  ella pintaba y su esposo, el célebre –hasta 1986- pintor norteamericano Walter Keane -admirado  por estrellas de Hollywood como Natalie Wood, Joan Crawford, Jerry Lewis y el famoso artista plástico y cineasta estadounidense fundador del movimiento artístico del Siglo XX, Pot Art, el señor Andy Warhol- se llevaba los aplausos y la admiración del público entero.
 
Foto de: shewasabird.blogsport.com
 
La impostura, según el Diccionario de la Real Academia Española, es el “fingimiento o engaño con apariencia de verdad”; la usurpación es -según el mismo diccionario- “la acción y efecto de usurpar” y más específicamente, la definición en materia jurídica, la trae el diccionario como  “delito que se comete apoderándose con violencia o intimidación de inmueble o derecho real o ajeno”; por otro lado, usurpar se define como “apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia” o “arrogarse la dignidad, empleo u oficio de otro, y usarlos como si fueran propios”.
 
Walter  Keane, vendería la primera obra pintada por su esposa, pero rubricada como propia, bajo el apellido Keane, en el año 1959. Jamás –en los 106 minutos que dura la película- lo vemos pintar. Sus obras de calles y casas parisinas no son populares y poco a poco -no queda duda- estamos  presenciando la doble vida de un artista fracasado, pero ávido de reconocimiento, poder y dinero; anhelos que obtendrá fácilmente, aprovechando la personalidad obediente y sumisa de su talentosa esposa. Pues, si a Walter le falta el talento de la pintura, le sobra el talento de la charlatanería y la habilidad para el marketing.
 
…Imagen de: www.youtube.com
 
En definitiva,  toca aceptar que “la debilidad de Margaret será la fortaleza de Walter” y desde el punto de vista de responsabilidades ante un público engañado -a ella- con su comportamiento permisivo, le cabe mucha de la responsabilidad de lo ocurrido, porque se responde tanto por acción como por omisión;  la realidad es que los dos acudieron a los engaños y artificios -por años-  para inducir a  error a mucha gente (compradores, medios de comunicación, críticos de arte) protagonistas de la historia que terminaron adorando por más de 25 años a un usurpador.
 
Esta pareja decidió divorciarse (1965) diez años después de contraer matrimonio y Margaret –más espabilada- reclamó el reconocimiento popular sobre la autoría de sus óleos de niños de ojos grandes. Ante semejante pretensión, Walter negó rotundamente la versión y concedió entrevistas –con su habitual desparpajo y profunda convicción de tener la verdad- descalificando a Margaret y declarando a los medios, no ser cierto que ella fuera la autora de las pinturas.
 
Ella lo retó a pintar públicamente en la plaza más importante de San Francisco (Estados Unidos)  “San Francisco’s Union Square” sitio de eventos públicos y exposiciones de arte, pero él no cumplió la cita, pese a vociferar que era el único que pintaba los cuadros de ojos inmensos y expresivos. Incluso, se atrevió a desafiarla públicamente  por mentirosa alegando que ella falseaba la realidad y creyendo en sus adentros, qué una mujer –por mostrar cierta superficialidad para vivir y defenderse- puede quedarse boba hasta la muerte.  
 
Pues no, alejada de la influencia manipuladora de su esposo, ella escuchó otras versiones de la vida y se empoderó de su papel de pintora talentosa; tomó arrestos suficientes y demandó, porque este asunto de la usurpación de su talento, llegó al punto, en el que solo podía resolverlo un juez.
 
Imagen de:  www.nytimes.com
 
Efectivamente Margaret demandó y la Corte Federal de Honolulu (Capital de Hawái en los Estados Unidos) después de escuchar las versiones y testimonios de un lado y otro obtuvo más dudas que certezas o mejor dicho no obtuvo certeza de nada. Ella era una Keane como parte de los logros sociales que se adquirían en esa época a propósito  del contrato de matrimonio y los cuadros cuya autoría se litigaban, estaban firmados simple y llanamente por Keane. Nadie sabía en ese pleito, cuál de los Keane –él o ella- era el verdadero pintor de los ojos grandes.
 
Imagen de:  Breaking News, World News & Multimedia
 
En un “cara a cara” el Honorable Magistrado no supo qué hacer, el abogado de ella argumentaba que no existían testigos del trabajo pictórico de Margaret porque su esposo la encerraba en su atelier –bajo amenaza de muerte- por días, para que pintara, mientras él bebía y atendía medios, actrices y múltiples amigos que gracias a su popularidad no pararon de llegar. El, por su parte, experto relacionista público y hábil comunicador tomó cuidado de conceder en el pasado muchas entrevistas acompañadas de fotos en las que se veía aparentemente pintando a los niños de ojos grandes y por supuesto las adjuntó, como prueba de su talentoso trabajo.
 
Imagen de: www.dailymail.com.uk
 
Unos y otros argumentos y unas y otras pruebas no lograron aclarar el asunto en pleito y el juez decidió recaudar la prueba reina en los estrados. Ordenó traer los materiales necesarios para pintar los óleos y aclarar de plano y sin más trámites el asunto en litigio. Cada una de las partes gozó, por orden del honorable juez, del tiempo suficiente para pintar un niño de ojos grandes y probar  ante los miembros del jurado, quien decía la verdad. Pues bien, Margaret pintó en 53 minutos la cara de una niña con expresiva mirada y ojos inmensos y Walter sin bajar la cabeza ni aceptar el reto, argumentó con arrogancia, dolor en el brazo derecho, que le impedía pintar. Así las cosas, el caso quedó resuelto y Walter Keane fue condenado a pagar a su ex esposa, por daños a su reputación y por perjuicios emocionales, la suma de $ 4 millones, que se dijo posteriormente, nunca pagó.
 
La biografía de Walter Keane dice que el descredito que le sobrevino con todas las implicaciones, lo llevó a la ruina moral y económica y que murió en la miseria convencido se ser el autor de los óleos, en el año 2000. Margaret tiene 88 años y sigue pintando en Hawai, donde vive.
Modificado por última vez en Miércoles, 11 Mayo 2022 16:28
Clara Patricia Montoya Parra

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