Frase atribuida por la escritora británica Evelyn Beatrice Hall al escritor francés Voltaire en su libro “Los amigos de Voltaire”.
Más allá de la discusión de si la autoría de la frase le pertenece sí o no al pensador, lo importante es que en pocas palabras resume un derecho fundamental consagrado en el Artículo 20 de la Constitución Política de Colombia que reza: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones…”.
Los colombianos iremos a las urnas el próximo 2 de octubre de 2016 para responder con un SI o un NO a la pregunta formulada por el actual Presidente colombiano. Un SI o un NO que refleja el sentimiento personal del votante frente al acuerdo celebrado en la Habana. Pero –tal vez, la mayoría- votará sin haber leído el acuerdo y entonces algunos desde su individualidad están votando SI o NO a la paz o a la guerra, creyendo que es eso lo que le están preguntando.
Y esto lo escribo porque desde mi perspectiva, los medios de comunicación y algunas personas públicas han complicado mucho el lenguaje y han sido los primeros en violar el Artículo 20 de la C.P. de C.
En mi sentir, mientras ellos sigan trasladando la respuesta al SI o al NO a la paz, en lugar de centrar la pregunta al contenido que la pregunta misma encierra, estamos continuando la guerra.
La guerra verbal para comenzar, esto es, la guerra de irrespeto a la libre expresión de la que goza cada individuo, en la medida en que si se expresa públicamente el SI salen por todos lados frases de escarnio y de odio de los seguidores del NO y si se dice NO, los insultos de los seguidores del SI no paran.
En el escenario actual, visualizo la avalancha de ofensas de unos contra otros y creo que pese a los acuerdos de la HABANA, este es un país, que se gana la guerra con honores. No es el acuerdo de paz contenido en las 297 páginas firmadas en el ambiente transitorio de júbilo que vivió ayer Colombia lo que nos permitirá vivir en armonía, porque el papel aguanta todo; lo que en realidad refleja que no estamos hechos para la paz es el modo y la forma como los personajes públicos incitan a la guerra y el modo y la forma como los personajes comunes y corrientes repiten ese odio en sus chats.
Lo que tenemos hoy en día por cuenta de este SI y NO, es que algunos tuvieron que cerrar sus chats en las redes ante la avalancha de insultos por expresar públicamente el sentido de su voto; familias y amigos incapaces de sostener civilizadamente y en paz conversaciones sobre el SI y el NO están momentánea o definitivamente divididas y lo peor y en mi opinión –más grave- es que personajes públicos usando ese poder que les da la influencia en las masas, también aprovecharon para sacar su amor por la guerra haciendo crecer el odio entre los colombianos.
No me falta verdad en lo que digo y sin citar lo que los colombianos del común sueltan por su boca o escriben en las redes, frases pronunciadas por personajes públicos que en lugar de ser coherentes con sus deseos de paz, reflejan sus ganas de guerra hacen más daño que beneficio. A ese propósito tengo que decir que admiro profundamente a José Mujica pero me sorprendió leer su frase: “Si Colombia dice ‘No’, daría la impresión de ser un pueblo esquizofrénico que se aferra a la guerra como forma de vida”. Por favor, qué locura contiene esa frase. Decir no al acuerdo que se nos está entregando es como decir –guardadas sus proporciones- no a un contrato. Si un contrato tiene clausulas en contra de mis intereses, es mi deber y mi obligación decir NO. Y eso nada tiene que ver con esquizofrenia ni locura demencial.
La pregunta formulada por el Presidente no está formulada para responder SI o NO a la guerra, porque entonces lo diría con sencilla claridad: “¿Está de acuerdo con la paz?” o “¿Está usted de acuerdo con la guerra”?. Por el contrario, la pregunta se orienta expresamente al Si o al NO del acuerdo y por eso expresa: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?
Algunas personas han recibido insultos y ofensas -sin tregua- por tratar de explicar su punto de vista al por qué responderán NO a la pregunta formulada por el Gobierno y no un SI a la pregunta ficticia que los medios de comunicación y muchos personajes públicos en los medios de comunicación, tratan exitosamente -para eso son medios de comunicación y por algo son considerados del cuarto poder sobre el planeta- tratan, repito, de meter en el inconsciente colectivo.
En este sentido, por citar un ejemplo, Mons. Libardo Ramírez Gómez, obispo emérito de Garzón y ex presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, dijo públicamente que votaría NO después de leer tres veces el acuerdo. El, aclaró, que era respetuoso de la opinión de los demás, pero que sentado juicioso por varios días, leyó repetidas veces, tres para ser más precisos, el contenido de las 297 páginas y su conciencia no le permitirá dar un SI a ese acuerdo, máxime si lo que le están preguntando es Sí aprueba el acuerdo y no si aprueba la paz.
Precisó con toda claridad que su respuesta nada tiene que ver con la paz, porque esa no era la pregunta y si ella fuera, su respuesta sería SI porque su deseo de paz en Colombia no está en discusión. Es decir, si la pregunta fuera la que inconscientemente se nos está vendiendo, esto es, ¿Está usted de acuerdo con la paz? La respuesta de Monseñor no se estaría ventilando en los medios porque ella sería un SI rotundo.
El gran problema está en que los colombianos del montón –que somos la mayoría- estamos interiorizando –sin leer el acuerdo- que la pregunta a responder es la ficticia; y, así no más, sin mediar razonamientos, dándole toda la credibilidad a los personajes públicos que opinan todos los días y a los medios que vienen empujando para sacar el SI a la pregunta ficticia, estamos proyectando nuestro voto–sin comprender bien la pregunta y sin leer el acuerdo para responder la pregunta- y, ese es el punto, emprendiendo campañas de intolerancia contra nuestros opositores.
Si seguimos sosteniendo que en realidad lo que se pregunta es un Sí o un NO a la paz y no al acuerdo, pues está muy bien votar el próximo 2 de octubre, en el sentido que cada colombiano lo desea, pero no por eso podemos continuar irrespetando al que opine contrario a nuestra respuesta.
La polarización que ha sufrido este asunto nacional por cuenta de la polarización entre dos hombres unidos “aparentemente” en el pasado bajo un mismo gobierno, no puede confundirnos y mucho menos ser la disculpa para seguir guerriendo en las salas de la casa, en los almuerzos de colegas o en las redes sociales donde el irrespeto y la violación del Art. 20 de La Constitución literalmente se desbordó. El No de muchos colombianos no es el NO de uno de ellos, es un NO a los acuerdos y no es por lo tanto un NO político, es un NO a los términos de un contrato que no convence del todo. No es la negativa a la paz y tal vez si hacemos claridad a ese respecto comprendamos un poco las posiciones y convicciones personales, así sean contrarias. No todo el mundo firma contratos a ojos cerrados, no todo el mundo se expone a pleitos futuros si el acuerdo del contrato se incumple porque era imposible cumplirlo. Algunos a conciencia estiman que las clausulas no les satisfacen y eso es totalmente respetable.
Hagamos paz en el respeto de las leyes y en este caso especial, en el respeto y acatamiento del artículo 20 de la Constitución Política de Colombia. Saquemos tiempo para leer el acuerdo y tomemos una decisión coherente con nuestro pensamiento y nuestro deseo de un mejor país para todos. Votemos SI o votemos NO y permitamos que nuestro padre, hermano, hijo, esposo, amigo, vecino o tercero en discordia vote como su corazón de colombiano se lo señale entendiendo que finalmente ese es el SI que Colombia necesita y clama, es decir, el respeto por la opinión diferente siempre y cuando esta se someta a la ley.