El artista escribiría en su diario respecto de su pintura -considerada obra icónica del expresionismo moderno-:“Paseaba por un sendero con dos amigos, el sol se puso, de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio: sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí el gran grito infinito en toda la naturaleza”.
Contrario a lo que se ha pensado, el personaje en la pintura no grita, sin embargo, se ve angustiado, desesperado y paralizado sin poder continuar hacia adelante en su camino, como resultado de una reacción natural, instintiva y lógica de parálisis y miedo ante una fuerza exterior insuperable que lo conmina a detenerse ¿Qué es lo que no lo deja seguir? El grito de la naturaleza, confesará el mismo Munch tiempo después.
Pues quien lo creyera, algunos bogotanos y seguramente la mayoría de ciudadanos del resto del país, estamos como el personaje de la pintura de Munch, aterrorizados y llenos de miedos y de culpas ante una fuerza exterior a la que nadie estaba acostumbrado ¿cuál? los gritos nacidos del hambre de la gente que recorre las calles implorando desde muy temprano en la mañana hasta muy tarde al anochecer que le ayuden porque no tienen para comer y no saben cómo alimentarán a sus hijos. Gritos y gritos y gritos y más gritos de hambre recorren las calles de los barrios de Bogotá donde estos seres humanos aspiran encontrar la mano generosa de un ciudadano que los socorra. Pero las personas entre los apartamentos y las casas, estamos angustiados y desesperados ante los gritos de seres humanos que en la calle ruegan por comida.
Es posible que el Presidente de Colombia Iván Duque mientras estrena las 23 camionetas blindadas por 9 mil millones de pesos moneda nacional (USD 2.313.805.50 o su equivalente en euros 2.131.593.30 €) supuestamente compradas el 22 de abril de 2020 en tiempos en los que los colombianos mueren gritando de angustia por falta de un pan entre sus manos, es posible –repito- que todavía con el olor a carro nuevo de sus camionetas recién estrenadas no se haya dado cuenta ni del hambre de algunos ni del dolor y la impotencia de los otros.
Este hombre del que nadie sabía absolutamente nada hace un par de años se está gozando el cargo y está viviendo el sueño de su vida, por cuenta de todos nosotros los colombianos. Duque ignora expresamente el grito de hambre de los ciudadanos bajo su tutela. Hasta lo de ser presidente está en medio de un escándalo de denuncias cargadas de pruebas que logró pasar a segundo plano gracias al Covid 19.
Sin todavía recuperarnos del golpe de la compra de las camionetas mientras la gente colombiana no tiene para un pan y suplica a los gritos en las calles que se apiaden del hambre que los embarga, nos enteramos que el gobierno (con minúscula) de Duque firmó (30 de abril de 2020) un contrato por $3.350 millones de pesos (USD 901.015.68 o su equivalente en euros 830.658.97 €) para fortalecer su imagen y posicionarlo en la internet, aprovechando que dada la cuarentena estamos obligados a ver televisión y consultar las redes más que en cualquier otro tiempo.
Nada entiendo de asesorías para elevar la imagen de los exóticos personajes que llegan a la Casa de Nariño pero ejemplos a seguir como los que nos ha dado el Papa Francisco que al fin de cuentas ejerce sin quererlo de político y es jefe de Estado, demuestran que la verdadera popularidad no requiere del despilfarro.
Todos los cambios que imprimió el Papa Francisco le subieron la imagen. En menos de un año Bergoglio era el personaje más importante del mundo. Sin embargo, Duque no lo va a lograr gastándose en tan solo un mes el dinero de los colombianos en camionetas blindadas y contratos de publicidad para subirle la popularidad y transformarse en un buen dirigente sin serlo, en tiempos en los cuales el pueblo pasa por extrema hambruna y padece de un gran dolor por falta de trabajo.
Escuchar de día y de noche el grito del hambre del ser humano abatido por la impotencia y la miseria, para constatar al día siguiente gracias a la verificación de los contratos filtrados en los medios de comunicación que Duque despilfarra el dinero porque se cree finalista en un reinado de belleza, es una calamidad muy grande para este país que ya traía tantos pesares. ¿Cómo es posible que lo aceptemos? Colombia tiene que apoyar a los periodistas que lograron evidenciar la existencia de los ñeñes que pasando dinero debajo de la mesa lograron subir a un desconocido como Duque a la presidencia de nuestro país bajo la sombra de Álvaro Uribe Vélez, agradecerles a esos periodistas por publicar el contrato de la compra de las camionetas blindadas para beneficio personal de Duque y ahora este aquelarre de los contratos de publicidad suscritos en plena pandemia para subirlo al trono después de ser el presidente más impopular de los últimos años.
El grito seguirá porque la gente colombiana tiene hambre señor presidente (con minúscula). Me pregunto ¿Cuál será el siguiente contrato que conoceremos gracias a los periodistas de investigación firmado por el gobierno de Duque bajo el Covid 19 buscando habilidosamente que pase desapercibido? Mientras nos llega la noticia, seguiremos escuchando los dolorosos gritos del hambre. ¡Qué disfrute sus camionetas y su popularidad señor presidente!.
