OPINIÓN: "Libertad de expresión vs Libertad de credo". Clara Patricia Montoya Parra Destacado

¿La sátira y el humor sarcástico hasta superar todo límite del respeto a la diferencia entre seres humanos, preferencias culturales, ideologías religiosas y costumbres, es libertad de expresión? En palabras de Anette Gehring, Directora del Museo de la Caricatura en Basilea (Suiza): “El humor gráfico no debe tener tabús, ni siquiera en temas delicados”. ¿Por qué se arrogan esa libertad de expresión -sin límites- los caricaturistas? 

La palabra caricatura proviene del término italiano caricare que significa cargar, exagerar. La caricatura es según la definición de la Real Academia de la Lengua, un dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien o una obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto. Y, caricaturizar es representar por medio de caricatura a alguien o algo.
 
Es decir, la caricatura –como género artístico- es un retrato que exagera o distorsiona la apariencia física, la vestimenta, los comportamientos o modales particulares de una persona o varias; en ocasiones es un retrato deformado de la sociedad, las instituciones políticas, los actos de grupos o clases sociales o religiosos y las costumbres que la caracterizan.
 
La idea de la caricatura es ridiculizar a las personas, los hechos o la sociedad –en ocasiones hasta llegar a lo grotesco-. El cometido se logra manteniendo rasgos parecidos que sean fácilmente identificables pero que mantengan a través de la exageración una dosis de humor. La caricatura se debe bastar por sí misma y por esa razón usa pocas palabras o ninguna.
 
Los caricaturistas –sin duda alguna- opinan; y lo hacen a través de representaciones gráficas que dependiendo de su contenido son más o menos tolerables; algunas causan risas, pero otras irritación y enojo. Es decir, no por ser caricatura, ni por ser humor, ni por limitarse a una gráfica de pocas palabras o ninguna, se deja de expresar mucho en ellas de manera contundente y en ocasiones se va más allá de los límites que una persona, grupo de personas, clase social, religión o país está dispuesto a soportar.  
 
Si bien la caricatura nació en Bolonia (Italia) a finales del Siglo XVI, es en Francia donde nace la caricatura política, tras las ilustraciones de personajes como Napoleón III y Luis Felipe en las que se pone en duda – a través de la burla- su credibilidad ante la opinión pública. Para los franceses, la caricatura política es un elemento de opinión y de lucha, en la que se aspira resaltar a través de la ridiculización, la visión particular que tienen los medios de comunicación respecto de la persona, el hecho o la situación que se pretende desairar. Es decir, para la cultura francesa la caricatura es un medio de información muy enraizado y se consume masivamente.
 
En este contexto se fundó el semanario francés “Charlie Hebdo” en el año 1992. Las caricaturas de este semanario han dedicado gran parte de su contenido a ridiculizar –a través de la sátira– a musulmanes, judíos y cristianos. Por contar un ejemplo, en el año 2006, se republicó en el semanario Charlie Hebdo, una caricatura de Mahoma tomada del diario danés Jyllands-Posten publicada en febrero de 2006 y cuya divulgación le había costado el puesto al director de Libération a propósito de una demanda interpuesta por autoridades islámicas argumentando que el contenido de la caricatura era una “injuria pública contra un grupo de personas en razón de su religión”.
 
 
Si bien el juicio fue considerado una ofensa contra la libertad de expresión, es de recibo reflexionar hasta donde puede y debe llegar el ejercicio de uno de los derechos humanos de las personas consagrado en las constituciones de los ESTADOS DEMOCRÁTICOS y protegido incluso por la Declaración Universal de 1948, pero que no hace parte ni es de recibo en la vida de todos los grupos religiosos o políticos de los habitantes que poblamos el planeta.
 
El semanario francés ha liderado la lucha por la libertad de expresión, entendida como prerrogativa ilimitada, en contra del pensamiento musulmán y su profeta Mahoma. Así las cosas, el 8 de febrero de 2006, Charlie Hebdo publicó una caricatura donde Mahoma[1] se lamentaba de sus seguidores, diciendo: “Es difícil ser amado por idiotas”.
 
 
Imagen de: Charlie Hebdo
 
Posteriormente, publicaron –bajo el derecho de los países democráticos, a expresarse sin límites amparados por el derecho a la “libre expresión”- otras caricaturas, todas orientadas a ridiculizar al Islam, su profeta, sus pensamientos, sus creencias y sus costumbres.
 
Sin embargo, sectores fundamentalistas del Islam que no aceptan la burla sarcástica y grotesca que se ha venido haciendo de su religión y que están integrados por una minoría que no representa a todos los seguidores de Mahoma que se cae de su peso no son terroristas, el 2 de noviembre de 2011, atacaron el semanario con cócteles Molotov.
 
Obviamente no debieron atacar porque es un acto de terrorismo condenado por el mundo entero, sino demandar; pero acaso ¿los terroristas gastan tiempo y dinero demandando en los tribunales internacionales? Nadie puede respaldar actos terroristas que carcomen la tranquilidad de una sociedad y dejan a su paso mucho dolor. Lo que está sucediendo en el mundo por cuenta de los terroristas islámicos es reprochable y no es el camino que debe tomarse. No obstante, la realidad es que a los islamistas –que sí acudieron a los Tribunales Internacionales- de nada les sirvió demandar porque aun logrando algo de ruido con la demanda contra el diario danés que le costó el puesto a su director, el semanario francés Charlie Hebdo, republicó la afrenta contra el Islam, que se le prohibió continuar publicando al danés.
 
A este ataque del 2 de noviembre de 2011, respondió el semanario publicando en el año 2013 ya no una sátira, sino un libro de caricaturas de “La Vida de Mahoma”.
 
El dibujante Charb asesinado en el semanario Charlie Hebdo sosteniendo un número del libro de caricaturas “La Vida de Mahoma”
 
 
Después publicaron una caricatura en la que se ve un musulmán recibiendo disparos que trata de evitar con el Corán, libro sagrado del Islam que para los musulmanes contiene la palabra sagrada de Dios. El musulmán dice en la caricatura: “El Corán es una mierda, no detiene las balas”.
 
Imagen de Charlie Hebdo.
 
Y muy seguros de no recibir otro atentado, los dibujantes publicaron el 19 de julio de 2013 una caricatura en la que se ve a un yidahista[2] diciendo “Francia sigue sin atentados”.
 
Caricatura del dibujante Charb quien también fue asesinado el pasado miércoles 7 de enero de 2015.
 
El tire y afloje entre el semanario y los terroristas escribió un nuevo capítulo el pasado 7 de enero de 2015: a las 11:00 de la mañana, dos hombres encapachados y vestidos de negro, portando armas automáticas, irrumpieron en la sede del semanario y mataron doce personas (dos policías). Y hoy, viernes 9 de enero, más de 80 mil oficiales de la policía francesa lograron dar muerte a dos de los principales sospechosos del grupo terrorista. Y el drama desatado por el pulso entre la libertad de expresión y la libertad de credo, al parecer, no terminará pronto.
 
¿Qué es la libre expresión? El Art.- 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
 
Por lo tanto, el ejercicio de este derecho que supone entera libertad para expresarse, nunca es objeto de censura previa y nadie le puede impedir a otra persona que se pronuncie. No obstante, la censura SÍ parece existir posteriormente cuando se conoce el contenido, lo que nos permite concluir que el derecho a la libertad de expresión no es absoluto. Y no lo es porque simultáneamente la legislación de cada país y la misma Declaración Universal de los Derechos Humanos incluye la protección de otros derechos fundamentales que la libertad de expresión no puede quebrantar.
 
El Art. 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
 
Así las cosas, el derecho a la libertad de expresión, tiene sus límites y debe asumir responsabilidades: no puede discriminar, ni incitar al odio racial o religioso. Lo que está sucediendo en el mundo entero debería comprenderse con mayor responsabilidad y objetividad y especialmente debería entenderse por quienes están manejando medios de comunicación.
 
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[1] Mahoma, profeta y fundador del Islam. Considerado “el sello de los profetas” por ser el último de una larga cadena de mensajeros enviados por Dios.
[2] Palabra usada por Occidente para identificar personas adeptas a la rama más violenta y radical dentro del islam político, caracterizada por frecuentes y brutales usos de terrorismo, en nombre de una supuesta yihad o “guerra santa” en nombre de Alá (DIOS). 

 

Modificado por última vez en Miércoles, 11 Mayo 2022 15:01
Clara Patricia Montoya Parra

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