Desde los griegos, el denominado “hombre político” no es cualquier hombre, es un hombre especial. Un hombre que asume y debe cumplir con gran responsabilidad, las tareas del Estado. Para el filósofo griego Platón se trataba de un “hombre que cuida él solo de la salud de la especie humana, a la manera de los pastores y vaqueros” siendo un hombre de estas cualidades “el único digno del título de político”.
Un hombre, aclaraba Platón, sabio y conocedor de la ciencia política, ya que según decía, no es tarea de ignorantes “dirigir los rebaños humanos”. Y, agregaba el filósofo, debe ser un hombre “moderado” y “prudente”.
“Un buen gobernante busca el bien de todos sus subordinados y no busca sobresalir entre los sabios, sino solo distinguirse de los ignorantes: así es prudente y sabio. Lo anterior en contraposición con el hombre injusto que trata de sobresalir entre todos y dominarlos a todos, comportándose de forma totalmente opuesta a la de un sabio. El hombre injusto es insensato e ignorante, mientras que el hombre justo obra como el sabio”.
Estados Unidos tendrá a cargo de su rebaño humano, a un hombre que demostró y sigue demostrando que carece de las calidades propias de aquel, al que Platón llamaba “hombre político”.
Nada de lo que estamos presenciando nos hará pensar que estamos ante un hombre sabio, conocedor de la responsabilidad que asumió o simplemente un hombre moderado y prudente. Y, como la política es el arte de gobernar a los demás, el estilo del nuevo Presidente de los Estados Unidos cambiará la forma como hasta el día de hoy pensábamos debían exteriorizarse públicamente, los gobernantes.
El más reciente pronunciamiento de Trump es de hace apenas unas horas, para descalificar como ha sido su estilo, a una mujer: la muy admirada y respetada Meryl Streep a la que Trump relegó a un segundo plano, identificándola como una “sobrevalorada” actriz de Hollywood, una “lacaya” de la excandidata presidencial Hillary Clinton.
Y es que el uso del adjetivo lacayo no es poca ofensa, sí entendemos el significado del término en el sentido en que lo dijo Trump, pues según el Diccionario de la Real Academia Española, lacayo es un ser servil y rastrero.