Opinión: EL CORRUPTO ES UN SOCIÓPATA. CINCUENTA BILLONES DE PESOS al año, le está costando a Colombia, la corrupción. Es decir, casi UN BILLÓN DE PESOS POR SEMANA. Clara Patricia Montoya Destacado

 

Esta cifra la dio el Contralor General, Edgardo Maya, para el diario El Tiempo que el domingo 26 de febrero, compartió con todos los colombianos un “Informe Especial” sobre corrupción; y, es gracias a este esfuerzo periodístico, que tenemos algunos datos:

 

La firma “Encuesta Ernst & Young” adelantó una “Encuesta Global sobre el fraude 2016” y  estos fueron los resultados:

 

*  El 80% de los empresarios colombianos encuestados respondieron que “en sus negocios hay corrupción”.

*  El 30% de los empresarios colombianos aceptó que está dispuesto a falsificar estados financieros y pagar sobornos por obtener un contrato.  

 

El exdirector de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, estima que el sector privado se mete al bolsillo alrededor de 60 BILLONES DE PESOS al año acudiendo para ello, a conductas corruptas como la evasión fiscal, los acuerdos por debajo de la mesa para quedarse con contratos y el fraude contable.

 

“Una encuesta realizada entre 390 firmas que ofrecen servicios de ingeniería, mostró que entre el 6 y el 7% de los consultados dijo no considerar corruptos comportamientos como usar un cargo público para obtener regalos o dinero, usar poder político para direccionar fondos y pagar votos, distribuir regalos o dinero en campañas, usar el cargo para ayudar a parientes, o dar regalos desde el sector privado a funcionarios”.

 

Según el Informe Especial, el manual del corrupto incluye prioritariamente la oferta de dinero para obtener a cambio un logro o beneficio, pero también –según El Tiempo- “mecanismos que pasan inadvertidos y no dejan rastro como entrega de regalos personales, cursos de entrenamiento y capacitación, viajes, bonos y toda suerte de costosos obsequios” (..) “ofrecer empleo a un familiar, amigo o allegado del servidor”

 

Los anteriores hechos y las cifras están corroborados por casos como el Odebretch o Interbolsa, donde queda probado que en el sector privado tanto o más que en el público, existe mucha gente capaz de hacer lo que sea, con tal de garantizarse una vida de millonario, pero por la vía fácil.

 

Esta corrupción colombiana, le está costando a nuestro país –según el contralor Edgardo Maya- el 4% del Producto Interno Bruto, que equivale prácticamente al Presupuesto General de la Nación que se tiene asignado para invertir en el año 2017 equivalente a 32.9 billones de pesos.

 

La Sociedad Colombiana de Economistas (SCE) estimó que en la década que va de 1991 a 2000 los corruptos se metieron al bolsillo 189 BILLONES DE PESOS, que equivalen a 27 veces lo que dará la reforma tributaria del año 2017 que está presupuestada en 7 billones.

 

La encuesta conocida como el Barómetro de las Américas, refleja que el 59% de los colombianos estima que la corrupción está generalizada entre los funcionarios.

 

Los empresarios privados para obtener contratos del Estado, ofrecen a los funcionarios entre el 10 y el 25% del valor de los contratos para quedarse con ellos. Así las cosas si un contrato vale 10 billones de pesos, el empresario tiene que disponer de 12,5 billones para obtenerlo. Situación que –según el informe del diario El Tiempo- encarece “el costo que tienen que pagar los ciudadanos cuando la obra es puesta al servicio”.  

 

En el informe especial, nos invitan a reflexionar a propósito de la cifra anual planteada por el contralor en 50 BILLONES DE PESOS ANUALES que se queda en los bolsillos de estos delincuentes, sobre la necesidad de entender que esa cifra sería suficiente para pagar la deuda de la Nación del año que corre; o desarrollar hasta tres líneas del metro para la ciudad de Bogotá; o cubrir el costo de las llamadas obras de Cuarta Generación; o, mejor todavía,  simpatizando con los seres humanos, esa cifra lograría que nuestra Colombia querida, no tuviera nacientes millonarios de cuello blanco, sino salud, educación, infraestructura, recreación y asistencia social para millones de colombianos que necesitan un país mejor para vivir, soñar y sentir que es posible tener una mejor calidad de vida. Lo anterior sin contar que este monstruo de la corrupción le está robando su dinero a miles de colombianos que pagan sus impuestos cumplidamente.

 

El sociópata es una persona que no muestra empatía por otras personas, ni remordimientos por sus acciones. Hoy en día está catalogado como un trastorno de la personalidad bajo el nombre de “Desorden de la personalidad antisocial”. Se trata de personas que no pueden adaptarse a las normas sociales, como las  impuestas por la Ley. Son personas con dificultad para respetar las normas. Saben que actúan mal, pero son arrastradas por sus impulsos a cometer conductas que violan normas mínimas como pasar semáforos en rojo, hasta llegar incluso a cometer delitos graves.

 

Según un estudio a cargo de los psicólogos Gualberto Buela Casal[1] y Alan E. Kazdin[2], son características de la conducta antisocial, la repetición, la imperturbabilidad y la magnitud de la conducta violatoria de la ley, por parte del individuo. En resumen, estamos ante una persona que no quiere respetar las leyes, siendo su conducta repetitiva; una persona a la que no le importa nada ni nadie y, para la cual, el fin justifica los medios.

 

Este tipo de personas tiene una razón que justifica todo lo que hace; un ejemplo está en que los individuos justifican su actuar en la disculpa de que si lo hacen otros, porque no hacerlo; si otros ofrecen porcentajes para obtener contratos ¿por qué razón no hacer lo mismo? Si otros ofrecen regalos a cambio de un beneficio ¿Por qué razón no mandar el regalo? Si otros cruzan el semáforo en rojo ¿Por qué no hacerlo? 

 

La investigación del diario El Tiempo, se enfoca  en Colombia de forma específica y resalta que este monstruo de la corrupción está enquistado en nuestra sociedad, porque somos una sociedad tolerante y estamos marcados por la llamada cultura fácil, heredada del narcotráfico. No tenemos suficiente educación y formación ética, lo que nos hace proclives al delito.

 

Así lo señala un estudio de la University College de Londres: “los corruptos son el resultado de un proceso que arranca con actos menores que al repetirse se deslizan hacia situaciones más graves”. De tal suerte que como lo señala –el diario El Tiempo- citando a la revistaNature los seres humanos tenemos un dispositivo en el cerebro que se enciende cuando hacemos algo malo, pero que llegado el momento en el que deje de funcionar “las personas llegan a considerar normal su actuar antisocial” y la amígdala que procesa las emociones “se va tornando indiferente ante las malas actuaciones”.

 

Para el neurólogo de la Universidad Nacional Roberto Amador –citado por el diario El Tiempo-  el hecho de que unas personas sean corruptas y otras no, depende de varios factores y agrega que individuos con fragilidad en su desarrollo cerebral producto  de falta de control “sin educación con refuerzos positivos [y] con patrones culturales que conciben el delito como una costumbre”  es fácil “deslizarse hacia una sociopatía  que en muchos casos es velada”.

 

Esta sociopatía -para el neurólogo- no solo se define como una insensibilidad y falta de empatía, sino también como una reacción alterada de “transgresiones morales” con desinhibición,  audacia y mezquindad, que definen a quien es protagonista de hechos delictivos mezclados con una vida pública sobresaliente: delincuentes de cuello blanco”.

 

“Ser persuasivos, arrogantes, rebeldes, abusadores y desafiantes caracteriza a estos individuos, que al ser amparados o imitados refuerzan su actuar. A tal punto que son considerados normales y ejemplos en sociedades donde estos patrones son casi normales”.

 

“Se tergiversan patrones biológicos que soportan la moral, y el ser sociópata o corrupto se convierte para algunos en normal e “incluso, en un requisito de adaptación necesario centro de la sociedad”.

 

(…)

 

Según el psiquiatra Rodrigo Córdoba  citado en el Informe Especial, por el diario El Tiempo, las conductas corruptas en el cerebro: “Son procesos que completan sus ciclos perversos al afianzarse en el seno de las familias y de una sociedad donde la gente termina no conociendo una realidad distinta que la de la corrupción, frente a la cual se insensibiliza y la repite”.

 

Para la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, existe una crisis mundial en la educación y para ella las Naciones “ansiosas de lucro” están descartando habilidades que son necesarias para mantener vivas las democracias. La falta de una educación en valores ciudadanos y en el respeto por las reglas de la ley y las instituciones democráticas, “transmiten a los jóvenes las consecuencias de un actuar corrupto  y del despego a las reglas”.

 

Vale la pena preguntarse ¿Por qué razón no diferenciamos a una persona saludable en su actuar frente al tema que nos ocupa, de una persona enferma? ¿Por qué Samuel Moreno llegó hasta la Alcaldía? ¿Por qué sucedió lo de Interbolsa? ¿Por qué nadie detuvo lo de Odebretch? De la lectura del Informe Especial, al parecer estamos todos enfermos. Tolerar que el vecino se haga cada vez más rico de forma inexplicable; que las conductas delictivas de las administradores de las empresas privadas hayan llegado hasta el punto que la Procuraduría General de La Nación esté en miras de presentar un proyecto de ley para sancionar penalmente a las personas jurídicas; que la señora o el señor se pase el semáforo en rojo; que la administración de justicia funcione para el que paga y no para el que argumenta la ley... parece poco colarse en Trasmilenio, pero la verdad es que eso es corrupción. 

 

Agradezco al diario El Tiempo por su excelente Informe Especial e invito a todos los que llegaron hasta este último reglón de mi escrito, a leerlo completo. Como colombianos, necesitamos tomar conciencia de este problema y contribuir a solucionarlo, desde nuestra propia conducta hasta la denuncia, si es necesario.  

 

Aquí esta el  “Informe Especial” del diario el Tiempo, publicado el 26 de febrero del 2017: 

 

La cruzada para que no se sigan robando el país con corrupción. Colombia pierde $ 50 billones al año. Hay que ajustar desde educación hasta colados en TransMilenio.

 

 

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[1] Licenciado en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela Y Doctor en Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado más de 20 libros y 160 artículos.

[2] Edward Alan Kazdin es profesor de Psicología y Psiquiatría infantil en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Yale, y es actualmente el director del Centro y Clínica Yale de Conducta infantil para padres. 

 

Modificado por última vez en Miércoles, 11 Mayo 2022 14:54
Clara Patricia Montoya Parra

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