Opinion (2355)
Algunos creen que las denuncias son oportunas para disminuir la imagen al Ejército y ambientar un Ministerio de la Seguridad, o algo similar, puerta segura para la integración de terroristas arrepentidos y para la disminución del pie de fuerza militar y la reorientación de sus funciones.
En el caso Andrómeda, respuestas límbicas, retractaciones, contradicciones y riesgos para la seguridad del Estado, es lo que parece quedar.
Y aunque la virtud de la inteligencia militar, por comparación con el DAS, es que no ha sido manoseada por políticos ni gobernantes y que sus miembros son soldados, es claro que si hubo errores de buena o mala fe, deben ser castigados de conformidad, pero manteniendo a salvo la esencia de la actividad de inteligencia: la discreción.
Al respecto, intentemos una analogía. El monstruo Ceto amenazó con destruir el reino del rey Cefeo, quien consultó el oráculo de Amon "el oculto" -presumo que especializado en semiótica- y este le dio la solución para salvar su país: entregar su hija Andrómeda desnuda, enjoyada y amarrada a una roca a las fauces del endriago.
Así iban las cosas hasta que aparece Perseo, quien se enamora de Andrómeda y mata a Ceto. Entonces, ¿Va este gobierno a entregar la Inteligencia Militar a la patulea política actual y a los enemigos del Estado que medran bajo su tutela democrática? ¿Se van a exponer impúdicamente las intimidades del sistema que fue la base de la derrota militar de los terroristas? Ramplón error que arranca aplausos de quienes creen, con Groucho Marx, que la Inteligencia militar es una contradicción de términos.
Y entonces, ¿tendremos que esperar un Perseo que nos salve? ¿Qué color de túnica usará ese posible Perseo redentor: azul, roja, amarilla, verde, vinotinto? ¿Vendrá de blanco?
El caso de la probable corrupción, según otros analistas, sirve al actual gobierno para reacomodar una cúpula aún más avenida al postconflicto y penetrar con más burocracia las estructuras administrativas y operacionales de los militares, lo cual puede concluir con la miniaturización del Ejército Operacional y la gestación de una Guardia Nacional, proyecto largamente acariciado, contradictoriamente, por Estados Unidos en los años 60 y hoy en día por los gobiernos izquierdistas de la región.
Ante estas especulaciones, solo queda esperar que haya una investigación eficiente y eficaz, de la que el Ejército Nacional salga fortalecido en su centenaria vocación de milicia "religión de hombres honrados", al decir de Calderón de la Barca.
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
Una realidad: han sido los medios de comunicación –unas veces los electrónicos, otras los impresos- los que han destapado los grandes escándalos de corrupción y alertado al país acerca de la existencia de organizaciones delictivas enquistadas en organismos públicos y en entidades privadas, y conciertos para delinquir en los cuales toman parte funcionarios y particulares.
Medios y periodistas, en ejercicio de su libertad de información, establecieron hace años –antes, inclusive, de la Constitución de 1991- las unidades investigativas, que permitieron evitar la impunidad en numerosas ocasiones. Y en años recientes ha sido por conducto de los medios que la opinión ha tomado nota de escándalos tan graves como los mal llamados falsos positivos –verdaderos crímenes de lesa humanidad-, las interceptaciones ilegales de comunicaciones -las de ayer y las de hoy”-, la “parapolítica”, los privilegios existentes en cárceles comunes y en reclusorios militares; los “carruseles” de la contratación; los casos de corrupción en el Ejército, en municipios y departamentos y en algunos despachos judiciales; las “pirámides”; las estafas en la Bolsa; la “mermelada” repartida para comprar conciencias… En fin, una labor que, salvo casos muy excepcionales en que se ha afectado la honra y el buen nombre de personas inocentes (lo que también ha ocurrido, y es malo que haya ocurrido), ha sido en general fundada en hechos reales y probados, o cuando menos ha dado lugar a la actuación de los órganos de control e investigación.
Bien por los medios. Pero merece análisis el hecho de que normalmente sean los medios los que primero lleguen y que sólo hasta entonces actúen las autoridades, tanto las gubernamentales como las de control. Ya se ha vuelto costumbre que el Estado, cada vez con mayor frecuencia, tome sus decisiones “a remolque” de los informes periodísticos y como consecuencia de los escándalos.
Así, por ejemplo, no es edificante, y por el contrario, desalentador, que el Gobierno –el Presidente de la República, el Ministro de Defensa- hayan sido “chiviados” por la revista Semana, dos veces en menos de quince días, sobre las interceptaciones ilegales de “Andrómeda” y la corrupción en algunos estamentos del Ejército. El conocimiento público tardío de tales hechos ha dejado al descubierto que el Ejecutivo no tenía control alguno en esas materias, o –lo que sería peor- que todo se produjo a su ciencia y paciencia, y sin ninguna indagación de carácter interno. La deplorable actuación gubernamental ha consistido en una sucesión desordenada de determinaciones a posteriori, por cuya forma improvisada y equivocado manejo se ha perjudicado en algunos casos a oficiales cuya presunción de inocencia no ha sido desvirtuada –no hay nada más dañino que la siembra de la duda-, amenazando además con desprestigiar a toda la institución militar, que, en cuanto tal, no lo merece.

NO LO OLVIDE
Fuente: "Elementos de Juicio. Temas Constitucionales". Año 2010, No.13, pág. 467-470
John Marulanda
El gobierno colombiano insiste en el paradigma de la represión militar y policial con el apoyo de Estados Unidos mientras que de dientes para afuera dice que hay que buscar alternativas. Las farc proponen de manera simplista la legalización y de modo truculento la desmilitarización de sus zonas de abrigo. El gobierno norteamericano apoya los diálogos pero reitera que las farc son la segunda organización de narcotráfico en el mundo y los jueces piden en extradición a sus cabecillas.
En el entretanto los narcoterroristas siguen lavando, especialmente en Ecuador, las pingues ganancias del negocio con miras al sostenimiento de su aparato político y de sus representantes cuando se conviertan en honorables parlamentarios. 9 millones de dólares al mes que obtienen los frentes 36 y 57 en el Urabá y en la frontera con Panamá, por citar un caso, no son una suma despreciable y son más de 20 los frentes dedicados al negocio que permite a los nietos de la otrora guerrilla mantener un poder de facto en las fronteras con Ecuador y Venezuela. Así, aprovechando la dinámica capitalista, las farc operan como un cartel del Crimen Organizado moliendo, como chicle viejo, la santería marxista leninista al igual que los carteles mexicanos se encomiendan a Jesús Malverde.
Lejos parecen -¿quieren?- estar las partes en entender las complejidades del asunto. Un exdirector de la Policía, ética y moralmente solo podría negociar con narcotraficantes bajo los parámetros legales vigentes: entrega y sometimiento a la justicia. A la pobre justicia colombiana. Pero en este tercer punto, todos parecen jugar a decirse mentiras para mostrar un acuerdo que resultará por lo menos inocuo y prolongará la inseguridad ciudadana que agobia a Latinoamérica, el continente más peligroso del mundo. Y el más mentecato: mírese si no el sardónico conciliábulo de la Celac. Imagen y Fuente: http://www.elcolombiano.com/