A diario somos bombardeados con opiniones entre líneas al leer noticias que tratan sobre la situación crítica de Venezuela y la posición que han asumido países claves como Estados Unidos o Rusia, y por supuesto, nos dicen cuál esta la posición del gobierno colombiano.
Según nuestra Constitución del 91, Colombia cuenta con el elemento de soberanía y varios principios que conforman el Estado Social de Derecho como la paz. Vamos a examinar estos dos conceptos de forma breve, ya que resultan clave para el análisis la situación de intervencionismo a Venezuela.
La soberanía, grosso modo, hace referencia a la potestad que tienen los Estados para autorregularse y determinar sus parámetros dentro de su territorio y proyectarse hacia el mundo. Al estar en un contexto de globalización, las decisiones de cada Estado viajan alrededor del globo terráqueo y generan reacciones, bien sea de mera opinión o de acción, lo que nos obliga a tratar dos teorías que establecen la primacía del derecho interno o la primacía del derecho internacional.
La primera corriente, la dualista, nos dice que el derecho internacional y el derecho interno son totalmente autónomos y no deben interferir entre ellos, mientras que la teoría monista plantea que el derecho es solo uno y se divide en dos posturas: debe primar el derecho interno, de acuerdo con autores como Jellinek o debe primar el ordenamiento jurídico internacional, como lo proponen autores como Kelsen y Verdross.
En este orden de ideas, podríamos determinar si damos prioridad al derecho interno o al internacional, o si los valoramos como uno solo, y a partir de ello, podemos validar la intervención en el territorio soberano de otro Estado, siendo completamente conscientes que esta decisión fija el parámetro de respuesta para nuestro Estado y la posible intervención internacional a futuro en nuestro territorio.
Si su postura es que la soberanía de los Estados a nivel individual está debajo del derecho internacional, y por ende la comunidad internacional puede intervenir un Estado dentro de su territorio, es necesario examinar cómo va a ejecutarse. En el caso de Venezuela, estamos frente a una crisis enfocada principalmente en tres problemáticas: la social, la económica y la política, y se ha planteado una intervención militar.
Entonces, ¿desde el panorama militar cómo podría solucionarse esa problemática triangular? La naturaleza de la fuerza militar tiene su asiento en la idea de la coerción directa y física, sumado a lo que eso genera en la psiquis del pueblo, pero conociendo el modus operandi de la Guardia Venezolana comandada por el señor Nicolás Maduro y el impacto de la violencia en la población civil, ¿acaso no generaría aún más repercusión en el factor social desencadenando su impacto en el sector económico y aumentando la congestión que genera la actual controversia sobre el reconocimiento internacional del mando presidencial de Venezuela?
Tenemos varios ejemplos históricos y contundentes que nos señalan que el intervencionismo militar, no solo es abrupto, sino que cumple la función de estocada final. Recordemos la misión Operation Just Cause en Panamá, la operación Libertad Duradera o Libertad Iraquí en Afganistán en 2001 y 2003, la intervención militar en Siria en el 2014, entre otros. Todas ellas han tenido en común la muerte masiva de población civil, muerte de combatientes de ambos frentes, daños de infraestructura, deterioro de la economía, desplazamientos, incluso violencia sexual en cabeza de militares contra la población intervenida.
Siendo Colombia un Estado que se fundamenta en principios como la paz y que además la reconoce como un derecho, y teniendo un historial de intervención parcial, ¿debe apoyar la intervención militar a Venezuela?, ¿debería proporcionar el recurso humano para llevarla a cabo?, o ¿debe proponer alternativas que permitan la solución efectiva de los puntos problemáticos en Venezuela?
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