En los últimos años, el fenómeno de los outsiders políticos ha tomado fuerza en la dinámicas socio-políticas globales, lo que hace menester evocarlo para que todos podamos tener una proximidad amigable con el concepto y evaluar su dinámica.

 

Si bien no existe una definición aceptada universalmente, si existe una concepción consentida que nos dice que los outsiders políticos son personas que se presentan en el mundo político en desde afuera, es decir, sin tener un recorrido previo, un historial o experiencia en el campo político en específico, pero son reconocidos por su bagaje en otro campo como el artístico, deportico, académico (no necesariamente de las ciencias sociales), militar, religioso, empresarial, etc.

 

De acuerdo con Corrales son “aquellos candidatos (…) que no tienen experiencia electoral previa y no tienen gran experiencia en administración pública”, según Pastor “es un individuo que viene de fuera del sistema de partidos y de la sociedad política, con un prestigio ganado en otra actividad, diferente a la política”, opinión compartida entre varios autores como Shugart, Borja o Samuels.

 

Un factor primordial a la hora de hablar de los outsiders es que han ganado el respeto y respaldo de la comunidad a razón de su éxito en el campo de su experticia, es decir que no tienen el soporte electoral por una carrera política sino por una credibilidad basada en su desempeño previo en cualquiera que sea su campo de acción; y esto no es gratuito, es resultado de la crisis de la representación política.

 

Al existir deterioro del lazo elector – representante y poca confianza en los partidos políticos por sus posiciones y su desempeño, la población rompe lazos con la elección tradicional, el “elegir a los mismos” y buscan depositar su confianza en alguien “limpio”, alguien que aún no haya sido contaminado por el mundo político y por ello, pueda brindar confianza en el compromiso por alcanzar metas comunes.

 

Ejemplo del impacto de los outsider son los movimientos en el proceso de la Cumbre de las Américas en las negociaciones de un área de libre comercio tras la declaración de la guerra mundial contra el terrorismo en el gobierno de Bush, donde se vio la participación activa de movimientos sociales base y organizaciones sindicales. Más adelante se consolidaría su fuerza tras las elecciones de Ricardo Belmont en Lima, Ricardo Lagos en Chile, Lula da Silva en Brazil, Nestos Kirchner en Argentina, Tabaré Vásquez en Uruguay, o aún más cercanos Jhon Maro Rodríguez en Cali, Sergio Fajardo en Medellín y Harold Guerrero en Pasto.

 

La figura de los outsiders toma cada vez más fuerza y seguirá haciéndolo mientras aumente el descontento civil con los miembros políticos tradicionales y sus ejecuciones. Nos abre la puerta a todos para vislumbrar la idea histórica de la política como una función pública en función del pueblo más allá de la figura que la represente, dejando de lado el linaje político o su trayectoria específica; centrándose en la posibilidad de reevaluar por medio de diferentes acercamientos con la sociedad desde diferentes ópticas. ¿Será acaso la nueva fuerza política de las décadas venideras?

 

 

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