En efecto nuestra historia está contaminada por un periodo en el cual el narcotráfico dominó la dinámica social, política, económica e incluso del entretenimiento y deporte. Lo curioso es que nosotros en vez de ver al pasado y comprender lo catastrófico y degradante que esto fue, lo traemos al día a día como si fuese motivo de orgullo. Entonces vemos como en las redes sociales compartimos frases de Pablo Escobar o memes donde reforzamos esa imagen.

A nivel de ejemplo recordemos el partido de Colombia vs Inglaterra en este Mundial Russia 2018, tras ser eliminados en las redes sociales había una difusión masiva de frases como"igual les matamos a Amy Whinehouse" e imágenes de Pablo Escobar pidiendo el nombre del árbitro para anotarlo en su libreta y luego ordenar su muerte.

El colombiano promedio no siente vergüenza si comparte este tipo de memes, es más, no le da pena fingir un acento y dárselas de mafioso. El problema no radica en el chistecito pendejo sino en la mentalidad de anti cultura que ello implica.

La falta de mentalidad crítica y de consciencia nos ha costado mucho; desde la reputación que millones de colombianos tratamos de restablecer cuando nos tildan de jíbaros, narcos, prepagos o tramposos gracias a las múltiples apologías materializadas en novelas y series sobre el narcotráfico y la idolatría a criminales, hasta las posibilidades de un avance en nuestra sociedad.

Ser cuestionados por organizaciones internacionales, ver reportajes y artículos de otros Estados donde no se explican cómo en Colombia tenemos como ídolos a narcotraficantes como Pablo Escobar o cómo salimos a tomarnos fotos en multitud con un sicario como "Popeye" o como hacemos Dios a un un sujeto envuelto en múltiples investigaciones judiciales tanto nacionales como internacionales, vinculado al narcotráfico y al paramilitarismo por testigos desde hace años como como Álvaro Uribe Vélez, no puede dejar otra cosa más que un sabor amargo, un sabor a decepción. No sólo somos los eternos narcos sino que somos los bobos que sin importar cuánto se nos demuestre seguimos voluntariamente la muerte.

Decía anteriormente que nuestra falta de pensamiento crítico nos impide avanzar como sociedad. ¿Cómo puede progresar un Estado cuando sus habitantes insisten en perpetuar las conductas que van en contra vía de la relación armónica que debería tener el entramado que tejemos los individuos que conformamos la Nación? Hemos adoptado como filosofía la violencia y hemos asumido creencias como "por las malas es que toca", aspecto que se ve reflejado en el apoyo que le damos a ciertos personajes y a ciertas medidas que estos impulsan.

Aparentemente entre más se suba el volumen de la voz y más grosero se sea, más razón se tiene. Quien tenga más ínfulas de "patrón" es quien debe tener el poder, poder que por cierto no daremos de forma responsable sino que entregaremos sin precaución y quien tenga el atrevimiento de cuestionarlo o sugerir que se examine en pro del pueblo debe ser atacado o incluso asesinado.

Tenía razón el periodista holandés al decir que en Colombia somos pobres, no porque vivamos de caletas de Pablo Escobar, lo cual es ridículo, sino porque efectivamente somos muy pobres en pensamiento como comunidad. ¿Cómo más llamar, sino pobreza de mente, a la elección de idolatría de criminales, a la perpetuación de estereotipos a diario y a la indiferencia por la muerte de quienes quisieron hacer la diferencia?

Tenemos en nuestras manos la opción de cambio y la tenemos cada día, podemos elegir otro camino y dejar de fortalecer los estereotipos que nos atan al pasado. La tenemos a un click de distancia cuando se trata de dejar de compartir memes que buscan ofender y promover la violencia y a un par de minutos cuando se trata de verificar la información que queremos trasmitir y así cortar la cadena de desinformación. Yo estoy harta de ser vinculada con Pablo Escobar cuando digo que soy colombiana antes de ser ligada a nuestros artistas o profesionales de las ciencias exactas, ¿no lo está usted?.