Todo esto sumado a las manifestaciones vergonzosas de algunos compatriotas vulnerando derechos de poblaciones discriminadas, el asesinato sistemático de líderes sociales que no cesa, el aumento del desempleo, el decaimiento de la inversión, la inseguridad jurídica y otros aspectos que tiñen de gris la realidad colombiana; nos gritan que estamos ante una crisis estatal con énfasis en crisis de gobernabilidad.
La crisis de gobernabilidad plantea la existencia de una problemática derivada del detrimento de la legitimidad del sistema, las deficiencias económicas y las inequidades sociales. Esto se traduce en que dentro del Estado existe disfuncionalidad entre las instituciones a cargo de la solución democrática de problemas poniendo en riesgo el desarrollo sostenible, que el Estado se enfrenta a una identidad nacional desasociada con tendencia al individualismo (no tanto como al individuo, más hacia el grupo de afinidad, rechazando otros pensamientos), la fragmentación de movimientos y actores políticos que buscan la reconstrucción y fortalecimiento del Estado.
Adicionalmente, los medios de comunicación no son independientes, se asumen como actores políticos sesgando la información que llega al pueblo, la emergencia de la actuación política por civiles o grupos políticos diferentes al del poder carecen de formas efectivas de expresión de la soberanía popular, el Estado no brinda el bienestar que le es menester ya que económicamente carece de control y vigilancia pertinente (recordemos que la fijación de recursos y su vigilancia no está a cargo de administradores o economistas precisamente) y no hay seguridad jurídica, lo que repercute en la relación pueblo – Estado y conlleva a las vías de hecho.
Colombia indudablemente se encuentra reflejada en la descripción anterior y es por ello que la situación de nuestro Estado es de emergencia. Debemos tomar las medidas pertinentes para frenar el caos que se nos ha avisado desde ya hace tiempo, y así, no ser una cifra o un dato histórico más que agregar a la lista de Estados fallidos como en su momento Ruanda, Siria, Venezuela, Perú, Argentina, entre otros.
Ahora más que nunca debemos informarnos y hacer frente a nuestra realidad, debemos sentir el Estado como nuestro y no podemos permitir que a los ciudadanos nos vean como simples entes a quienes se les puede llenar con desinformación sin obstáculos. Todo esto se logra por medio de la investigación (que no debe ser exhaustiva, pero si completa con contraste de fuentes) y por medio de las vías de participación ciudadana que nuestra Constitución Política pone a nuestra disposición.
Esto es un llamado a la ciudadanía para que hagamos uso de las herramientas tecnológicas para formarnos como pueblo, para que luchemos por llegar a un punto favorable para todos y no caer en ese abismo que se avecina, para que no sigamos siendo encabezado de noticias internacionales vergonzosas de intolerancia a la pluralidad y el avance social, de la aceptación de las vías de hecho y de los genocidios que ya tanto han marcado nuestra historia.
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