OPINIÓN: El Estado como un caballo (CCC). Verónica Laverde Destacado

06 May 2020
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OPINIÓN: El Estado como un caballo (CCC). Verónica Laverde Imagen: La Voz del Derecho

Estos días de aislamiento preventivo obligatorio o cuarentena he tenido muchas conversaciones introspectivas, pero también hacia afuera, con el dolor que siento por Colombia debido a las situaciones críticas que vivimos desde hace décadas y que hoy perduran. 

Uno de los ejercicios más frecuentes para auto examinarse es pensar en cómo se quiere ver a futuro, que, en mi caso, está ligado de forma estrecha a cómo veo mi realidad, mi país y mis conciudadanos, y allí es donde la realidad actual agudiza su dolor. Si seguimos el curso que hemos navegado terminaremos naufragando y moriremos lenta y dolorosamente.

A menudo al pensar en esto digo – bueno, voy a tratar de transmitir bases de conocimiento o herramientas para fomentar un pensamiento crítico -, que creo que es crucial para cambiar la historia, pero viendo el gremio en el que crecí y del cual hace parte una de las personas más polémicas y con más impacto en la política colombiana, dije – debo hacerlo desde mi pasión y un punto común: el caballo criollo colombiano – y aquí estoy, propendiéndolo.

El Estado es como un caballo, todos queremos uno que reúna ese conjunto de características que lo hagan el ejemplar perfecto: buen fenotipo, buena genotipo, buena ejecución y buena docilidad. ¿Pero eso qué es en un Estado? Sencillo: un buen territorio, una buena base que transmita, un buen desempeño es sus diferentes ámbitos, y una relación armónica del binomio Estado – pueblo.

Colombia es un Estado favorecido por su ubicación en el globo terráqueo, bañado por dos mares, con un clima ecuatorial que nos brinda condiciones provechosas todo el año, regiones que nos regalan diversidad natural y cultural inmensa. Tenemos un fenotipo de 100. Sin embargo, al prestar atención a los aplomos de nuestro Estado, podemos ver que hemos sufrido malas herradas; que fuimos lastimados a tal punto que el daño de nuestros cascos es crónico y debemos cuidarle para evitar un daño permanente e irreversible.

Nuestra historia tiene fragmentos que nos han destalonado, que nos causaron hormiguillo, que nos han hecho volear e inclusive, que hacen que debamos usar herraduras especiales. Esos malos herreros han sido los mandatarios que se han cegado por el poder, que han sido tan ambiciosos que nos han quitado más de lo que se podía y más de lo que el balance de nuestro cuerpo podía soportar, y el hormiguillo es el pueblo que carcomió al país al no informarse, al elegir mal, al poner primero sus fanatismos que su bienestar. Esas enfermedades y esos nervios expuestos son la corrupción y la violencia que debemos revisar periódicamente para que no nos vuelvan a hacer cojear y arruinen nuestra ejecución de forma irremediable.

En la ejecución sabemos que debemos tener timbre, buen posicionamiento de cabeza, cadencia, estar calibrados, ser sonoros, y recordar que por exceso de brío también se peca. Colombia ya tiene por naturaleza las condiciones para una ejecución impecable, pero cuando no hay un buen chalán o amazona, se flaquea.

Nuestro caballo necesita del mejor equipo que lo alimente, que lo adiestre, que lo limpie, que lo chequee y que lo exponga. Por eso no podemos dejar de lado la función del pueblo, ni desconectarla de los gobernantes. Solo cuando hay sinergia entre ellos, el caballo prospera; por eso para una buena ejecución debemos fijarnos en las funciones de nuestro equipo y los instrumentos que se emplean.

Como sabemos, el caballo está en la boca. Pero para lograr un caballo suave que atienda las indicaciones de la rienda sin reparos y sin molestias, debemos acompañarlas de un buen freno. El bocado y la pata deben elegirse acorde al caballo, y no podemos dejarnos guiar por completo del freno que le sirvió a otro, porque cada caballo es diferente. Puede que el bocado que le funciona a un ejemplar que nos guste sea pesado y grande, y resulte excesivo para nosotros y nos haga pescar o enterrarnos, o quizá otro que nos gusta utiliza una barra liviana y termine sin dar estímulo suficiente al nuestro. De esa misma forma nuestro estilo de gobierno debe estar pensado para nuestro Estado y no solo ser la copia de los de otros que nos gusten, porque tal vez, resulten inoperantes.

Pero ¿qué es un buen bocado si no se acompaña de la pata o palanca correcta? La conexión del freno a la rienda también tiene que ser pensada para que ajuste a nuestro caballo, para que no se clave o se destape, para que no se ahogue, y así logre esa postura que tanto nos gusta. No todos los Estados tienen las mismas necesidades, por eso, aunque las ideas sean buenas deben conectarse a las condiciones propias. O sea que nuestras políticas públicas deben ligarse bien para que puedan lograrse esos propósitos planteados y examinar qué implementaciones nos van a ser más útiles y cuáles, pese a tener una función buena, no encajan en nuestro cuerpo y debemos cambiar.

Los cauchos no pueden ir pegados a su boca, debe dejarse un espacio para que en los giros no se maltrate y termine hiriéndole, después de todo, hacia adelante todos sabemos ir, pero corregir el rumbo, cambiar las direcciones – mucho poco – no es tan fácil para un caballo cuando el giro se hace causándole dolor, y va a terminar sacudiendo su cabeza o coliando. Un caballo debe girar con facilidad y reflejar comodidad, de igual forma que un Estado debe poder ajustar su rumbo sin que genere dificultades y diferencias insuperables.

Lo anterior va de la mano del centro. El caballo debe conservar su centro en todo momento, así como el Estado debe tener fijo su punto de meta, pero a veces, al usar caretas o máscaras dejamos de lado que no se trata solo de la pista dura, que es una pequeña parte que debemos pulir, y que tomar medidas que solo se enfoquen en ella pueden robarnos el instinto natural de la mirada periférica que nos puede alertar sobre peligros. Cerrar la visión a una línea recta, sin ver qué ocurre en otros Estados y al interior del nuestro, es peligroso. Debemos ver lo que nos rodea y compone para así poder tomar decisiones preventivas y no esperar a buscar restaurativas que pudieron evitarse. Incluso, muchas veces ese estímulo que perdemos de los lados evitan que se prenda el caballo justo cuando más lo necesita.

Pero el caballo no se maneja solo, necesita de un buen chalán o amazona que entienda que no se trata de usar la fuerza y doblegar al caballo, sino de lograr un entendimiento tan natural que baste con una señal de la rienda y de la inclinación del cuerpo para que este atienda su orden. Muchos cometen el error de ver al caballo como un esclavo y quitarle su sentir, manejan las riendas al punto de hacerlos sangrar, y así no hay un binomio real. 

Un caballo dirigido por el miedo, por técnicas bruscas que dejan de lado su sentir, terminará en un ejemplar que va a retacarse, que va a ser indócil, incluso, al punto en el que el caballo ya no será un caballo competitivo y perderá su nobleza. Analógicamente, un Estado que se pretenda gobernar a través del miedo y acciones lesivas a su pueblo, resultará en el levantamiento de este último que ya no va a confiar en su jinete y que con el tiempo estará tan resabiado que no aceptará ninguno que se le acerque, así tenga las mejores intenciones – y ya sabemos lo difícil que es quitar resabios-.

La armonía del binomio marca una gran diferencia. No sirve de nada tener al mejor chalán o la mejor amazona si el caballo ya está tan lastimado que no quiere aceptar orientaciones, y tampoco va a prosperar un caballo espectacular a manos de un mal jinete. De ahí la importancia de la elección responsable de esa persona que lo va a liderar y que va a sugerir quienes van a ser los que estén cargo del cuidado y entrenamiento del Estado, y por supuesto, su supervisión constante, porque podemos mejorar nuestro país o echarlo a la ruina.

Sobre caballos nada está escrito en piedra, así como para el buen funcionamiento de un Estado no hay reglas mágicas, pero, indudablemente, comprender la importancia de una buena elección, de la necesidad de educarse, de ser minuciosos con los instrumentos que se emplearán y de no quedarnos con una sola técnica o criterio, de la imperiosa necesidad de revisar el desempeño del grupo de trabajo, de las condiciones que lo rodean, etc., van a hacer que nuestro caballo y nuestro Estado prospere. Debemos ver que no se trata de trabajar a las malas, sino de lograr una comunicación asertiva que dé paso a una buena ejecución teniendo en cuenta al caballo y su equipo, al Estado y al pueblo.

Entonces, para cerrar, mi invitación es que nos eduquemos para que no usemos herramientas que terminen dañando a nuestro Estado, que no permitamos que se maltrate al pueblo ni su territorio, a que veamos que hay diferentes técnicas para lograr nuestros propósitos y que quizá no se tratada de una u otra estrictamente, sino que podemos tomar de varias eso que sirve y combinarlas para lograr el resultado deseado, que no podemos usar la violencia para alcanzar nuestro fin, porque tarde o temprano esa violencia tendrá una respuesta adversa, que debemos elegir muy bien a nuestro equipo de trabajo y debemos revisar sus gestiones para que no nos demos cuenta de sus falencias cuando ya sea tarde.

 

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Modificado por última vez en Miércoles, 06 Mayo 2020 10:36
Veronica Laverde Oviedo

Abogada litigante, conciliadora en derecho, con posgrados en derecho constitucional, derecho administrativo, políticas públicas y justicia de género, derecho procesal, drecho probatorio y oralidad judicial. Host del podcast Derecho al alcance de todos en Spotify, Apple Podcast y Anchor, y del canal de YouTube bajo el mismo nombre. Speaker independiente de contextualización jurídica, creadora de contenido legal en Instagram Derecho al alcance de todos, docente independiente de capacitación de abogados en litigio y contratos, y creadora de la única tienda dedicada a los amantes del derecho Anp_tienda.

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