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POR OSCAR EDUARDO BORJA SANTOFIMIO (*)
 
Imagen de ALIEN. 
 
 
Antes de escribir y para no meterme en líos, invoco mi derecho humano fundamental a opinar y respeto los fallos de las cortes, así para mi concepto, y el de muchos fallen mal, “donde manda magistrado manda el fallo así este falle”.
En estos días las cortes internacionales y nacionales, profirieron controvertidas decisiones que tienen las opiniones divididas, por sus polémicas y no motivadas resoluciones, carentes de suficiente justificación y escasas de material probatorio, pareciera que no fueran decisiones en derecho sino en capricho.
Jovannys Pardo Castro, promovió una tutela contra la Dirección Marítima de la Capitanía de Puerto de Cartagena, señalando que esa autoridad vulneró sus derechos fundamentales al mínimo vital, el trabajo y el debido proceso en relación con el principio de confianza legítima; así como el derecho fundamental de los Consejos Comunitarios de la Comunidad Negra de La Boquilla, a ser consultada previa la entrega de una concesión sobre un área de 8.194 mts2 de playa en el sector de Cielo Mar a la sociedad Inversiones Talarame y Compañía S.A.
La tutelante, según ella, desde hace 15 años ejerce el “oficio” de carpera (encargada de alquilar carpas en la playa), oficio que ya no realiza desde que la Dirección Marítima, otorgó en concesión un área de playa de 8.195 mts2la a un complejo hotelero, mediante la resolución 0497 de veinticuatro (24) de noviembre de dos mil nueve (2009), según ella, sin haber consultado a la Comunidad de La Boquilla.
Los desarrolladores del proyecto han invertido en Cartagena, seguros de la decisión proferida por la DIMAR, realizaron la astronómica inversión generando empleo, dando seguridad y confort al turismo nacional e internacional, dejando el nombre de la ciudad y de Colombia en alto, con su atención en un mercado tan competitivo, a pesar del “cuestionado” nombre de nuestro país en el exterior.
Más de un centenar de personas de descendencia afro, gracias a Dios y a este proyecto han encontrado estabilidad laboral de manera digna.
Hay que tener en cuenta que los empresarios deben incluir a la comunidad Boquillera y colaborar para que estos salgan del informalismo, mediante contratos laborales con todas las prestaciones de ley, que hagan parte de su personal, atendiendo unas decentes carpas, cuidando de las playas y lo más importante dejando en alto el nombre de nuestra ciudad y de nuestro país dando a los turistas amabilidad, atención, por qué no fomentar la educación Bilingüe inglés, francés, italiano, que sean los empresarios de la concesión en armonía con el estado quienes sean gestores de buenas prácticas y prosperidad.
A los magistrados de las altas cortes internacionales que visiten Colombia, Cartagena, San Andrés, antes de proferir sus fallos que fallan (que no se queden allá en La Haya) a los criollos que salgan de Bogotá, de los 2.600 metros más cerca de las estrellas, lejos del mar y de la playa.
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(*) Abogado.
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MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA

30 Nov 2012
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Escrito por

 

POR OCTAVIO QUINTERO
 
primerapagina93.blogspot.com
 
Nadie se retira de un pacto: lo desconoce, que es otra cosa. Cuando se suscribe un pacto, quedamos por dentro, y salirnos de hecho, no ofrece solución de continuidad a los compromisos signados en derecho.
Pacto es, según la primera acepción del DRAE, “concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado”. Pacto es, según esto, un acuerdo contractual. Y no se dice que alguien se retira de un contrato, sino que renuncia a él, con lo cual, no es que cesen las obligaciones contractuales previamente establecidas, sino que la parte contractual, el otro pactante, queda en derecho legal de demandar su cumplimiento.
Entre Colombia y Nicaragua hay un Pacto (el de Bogotá), mediante el cual, las partes se comprometieron a reconocer el fallo de una corte (la de la haya) sobre su litigio fronterizo. Los representantes legales de las partes suscriptoras (Presidentes),  mantuvieron hasta último momento lo convenido. Luego, entonces, el fallo de la Haya, es vinculante, aunque sea discutible.  Y todo lo que sigue ahora es aceptarlo o desconocerlo, con sus intrínsecas consecuencias, en uno u otro caso.
Decirle esto así a los colombianos, es advertirles que se preparen a asumir las consecuencias de la decisión del Presidente Santos que, en las últimas horas, oficializó el desconocimiento del fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya que redefinió nuestros límites con Nicaragua.
Analogía: cuando yo salgo de mi casa a pelear con el vecino, lo menos que debo hacer es advertirle a mi familia que voy (vamos) a pelear con el de al lado. Y entonces, mi familia, ya sabe a qué atenerse.
Toda pelea, así sea entre comadres, tiene reglas de juego que se hacen respectar en derecho, o de hecho, si fuere el caso. El Presidente de Colombia, al desconocer  el fallo de la Haya, está casando una pelea con el vecino (Nicaragua) sin decirle a la familia; o engañándola en los alcances, con el eufemístico término de “renunciar” al Pacto de Bogotá.
Estamos pisando el terreno de los parias. Si la subversión armada se acabó en el siglo XX como fórmula de solución para dirimir los conflictos con el contrario, analógicamente, también la guerra internacional. Por eso detestamos (los que detestamos) las acciones bélicas, todas en general, y pro indiviso: sin distingos políticos, o de raza, de clase, de religión, de nación, de lugar o de familia.
En derecho, el fallo de la Haya, es caso juzgado. No acatarlo, es guerra anunciada. Guerra en la cual, Colombia no va a recibir el respaldo internacional de nadie, amén que sea de otros parias que buscan de hecho, lo que en derecho no supieron defender.
Así de sencillo: Mambrú se fue a la guerra, que dolor que dolor, que pena…
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LA AUTONOMÍA DEL DISTRITO

27 Nov 2012
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Escrito por

POR JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO

 

Foto www.elementosdejuicio.com.co

Está muy bien que el Presidente de la República y el Alcalde Mayor de Bogotá hayan resuelto reunirse, como lo hicieron el pasado  lunes,  para conversar y ponerse de acuerdo.

Los acontecimientos de la semana anterior no fueron ejemplo de sindéresis, ni de aplicación de los principios constitucionales sobre las relaciones entre el gobierno nacional y la administración de la entidad territorial de mayor importancia. Definitivamente, no hubo el más mínimo respeto hacia la autonomía reconocida constitucionalmente al Distrito Capital, y hay que decir que la respuesta del burgomaestre tenía que ser enérgica –como lo fue-, en defensa de su independencia como gobernante, que además no hacía otra cosa que cumplir una sentencia de la Corte Constitucional,  pero el enfrentamiento  dio lugar a una situación de hecho muy grave que no se debe repetir hacia el futuro.

En otro aspecto de esas relaciones, los méritos de la doctora Gina Parody –Consejera presidencial para los asuntos de Bogotá-  son muchos. La conocemos desde la Universidad y sabemos de su vocación de servicio y de su preocupación por los muchos problemas de la ciudad capital, pero, con toda consideración hacia ella, la verdad es que el presidente Santos no tenía necesidad de designar –a manera de delegada suya y sin una clara delimitación funcional- precisamente a  una reciente  candidata a la alcaldía en competencia con el actual alcalde, cuyos criterios respecto a los problemas capitalinos y sus soluciones son además  claramente divergentes de los expuestos por Gustavo Petro. Fue éste quien ganó las elecciones con sus propios objetivos y programas, por lo cual, como reza el dicho popular, lo mejor es reconocer que “cada alcalde manda en su año”, y que en un sistema descentralizado y con autonomía de las entidades territoriales -que es el previsto en la Constitución- no encajan los supervisores nacionales verificando lo que hacen o dejan de hacer los mandatarios seccionales o locales elegidos por el pueblo.  Estos se deben sujetar a la Constitución y a la ley, nada más.

Así, aunque la señora Consejera –que lo es del presidente y no del alcalde- puede aportar mucho en beneficio de Bogotá y sus habitantes, debe quedar claro que su función no puede implicar un control de tutela, o una supervigilancia sobre la administración distrital. Ello, además de inconstitucional, es fuente de problemas como los que –todos esperamos-  se acaban de superar. 

 

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HAGÁMONOS PASITO

26 Nov 2012
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Escrito por

POR OCTAVIO QUINTERO

Foto: http://www.palmont-ltda.com/
 
Mirando para adentro, aquende Nicaragua o la Habana, estuvimos pendientes de la publicitada “cumbre” Santos/Petro, hoy lunes, al cabo de unas tensas semanas de enfrentamiento entre ambos, con idiota útil de por medio.
 
Con independencia de sus resultados, digamos:
 
A Santos no le basta con ser Presidente… También quiere ser Alcalde de Bogotá. Es la parte enfermiza del poder centralista que lo quiere todo, como Juanito que, cuando le preguntaban  cómo quería los huevos él respondía: “ahí, encimita de la carne”.
 
Y valga la aclaración: el centralismo no es solo bogotano. El chalán paisa, (por citar otro más) fue, al mismo tiempo que Presidente, gobernador de Antioquia y alcalde de Medellín; ministro de todo y general de todos, y hasta juez promiscuo en sus famosos Consejos Comunitarios.
 
El problema de Santos es que no tiene Alcalde de bolsillo en su ciudad natal, como sí lo tuvo Uribe. Por eso Santos, apelando al ponqué burocrático, viene creando, adscritas a la Presidencia, toda suerte de “Consejerías”, como esa de Lucho que nadie sabe qué hace; o la de Gina, que todo el mundo sí sabe qué hace: joder a Petro, con excepción de la primera acepción dada por el DRAE.
 
El segundo motivo del coge-coge con Petro, es dominar un mercado electoral que pone y quita presidentes; no por la calidad del voto sino por su cantidad. Y ese mercado electoral tiene dos destinos manifiestos: su reelección inmediata y la posterior de su sucesor, Vargas Lleras; y, viéndole bien, un tercer destino: la elección de Gina Parodi como sucesora de Petro.
 
En la puja se pone de manifiesto la mala leche de la politiquería cuando, para lograr sus fines, la destrucción del rival es el estilo; no su emulación o superación de su propuesta en bien de la sociedad, sino el apabullamiento del otro en pro de mi interés particular.
 
Petro no está loco, como acusan sus detractores. Los tiene locos, porque en ese escenario de controversia clientelista, más que política o ideológica, está en juego la idiosincrasia centralista, la reelección de Santos, la Alcaldía de Gina y la anhelada Presidencia de Vargas Lleras y, por supuesto, el ego de Petro y su propia Presidencia in péctore.
 
No es poca monta lo que está en juego. De la “cumbre” de hoy lunes, quizás se acuerde un “hagámonos pasito” y nada más.
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