Opinion (2310)

Mientras el Mando Militar envía un Batallón de Relevo al Sinaí y planea exportar el año entrante Batallones a Siria, Irak, Afganistán, Sahara y África Central, el gobierno cubano desplazó 30 de sus soldados a Colombia.
 
Los militares castristas han actuado en otras latitudes del mundo y su intervención no ha dejado nada bueno. Con las falacias de la lucha por el pueblo y la democracia han desangrado pueblos y los han abandonado en la miseria: Argelia (1963), el Congo (1965), Siria (1974), Angola (1975-1991), Etiopía (1977-1988), Nicaragua (1979-1990). En Venezuela llegaron hace 18 años como asesores y la lastimosa situación de nuestro vecino lo dice todo. Los militares cubanos han entrenado desde 1964 al eln para que asesine soldados, policías y campesinos colombianos y adiestraron a jóvenes reclutados por el M-19 en 1980 para enviarlos luego a la muerte en el Cauca y Chocó.
 
El método es el mismo: llegan los militares amparados por la ONU y detrás de ellos llegan los asesores del Ministerio del Interior, todos del G2, quienes empezarán a determinar cómo manejar recursos, cómo organizar comunidades y cómo espiar y vigilar disidentes o personas “peligrosas” para la seguridad de los remozados terroristas.
 
Serán los tutores en la construcción de cogobiernos en las 23 zonas autonómicas y 8 campamentos madre, en donde el Estado no ha cumplido con planes de desarrollo y bienestar social, la corruptela administrativa está a la orden del día y los cultivos ilícitos pelechan.
 
Y no faltarán los médicos de la isla, curando con demagogia y aspirinas. Estas áreas y las futuras Terrapaz se convertirán en “zonas de re-educación” al mejor estilo marxista-leninista, con la amenaza discreta de los escoltas armados de los cabecillas farianos en campaña política o “pedagogía para la paz”, como proclaman sus amigos comunistas. Burócratas ingenuos creen que armar a los guardaespaldas y enrolarlos en la nómina oficial es controlarlos cuando, al revés, son ellos los que se están apropiando de la armería del Estado para intimidar a quienes controviertan los agrios argumentos de sus jefes.
 
El cocodrilo de los soldados cubanos en suelo patrio, es intragable. Ojalá alguien sensato reencauce el rumbo de la ignominia de una decisión extraterritorial que no van a traer ni estabilidad política ni paz social. Es urgente que la opinión pública diga NO a la presencia de soldados cubanos en territorio nacional. No tiene justificación, es una afrenta que no nos merecemos y va a ser el comienzo de mayores complicaciones. Así empezó Venezuela.
 
Ojalá el francés comisionado de la ONU y el General argentino Javier Pérez, de probada idoneidad y buen recibo, entiendan que los militares cubanos No son bienvenidos a colombia. Su presencia es ominosa. Además, aquí ya hay suficientes taimados.
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Ya habíamos señalado que, en nuestro sentir, carecían de sentido unas campañas por el SÍ o por el NO sin conocer el texto firmado y notificado de la sentencia de la Corte Constitucional sobre normas estatutarias especiales en materia de plebiscito por la paz; sin que, por tanto, se hubiera sancionado el proyecto de ley; sin que se hubiera promulgado la ley (porque mientras tanto está vigente la actual); sin que hubiera acuerdo final firmado por las partes (el Gobierno y las Farc); y, por ende, sin que el Presidente hubiera manifestado al Congreso  su voluntad de convocar el plebiscito, y, claro, sin que se hubiera convocado oficialmente el plebiscito, fijado fecha, redactado y publicado la pregunta por responder.
 
Habíamos dicho que, mientras todo eso no se tramitara, no había lugar a seleccionar el SÍ o el NO, por sustracción de materia.
 
Si vamos a lo estrictamente jurídico, hasta este momento no hay nada “votable” por la ciudadanía. Y llevar a alguien a votar por lo que no conoce es tratarlo como un ser irracional. Es irrespetar al ser humano. Llamar al apoyo sobre la base de temores, amenazas y estímulos mediáticos, pero sin que piense en el contenido de lo susceptible del apoyo, equivale a dar a los votantes el trato que se da en los circos a los animales amaestrados, que responden a estímulos por el sistema de los reflejos condicionados.
 
 Lo que se hizo en el Congreso fue aprobar un proyecto de ley estatutaria, con el propósito de modificar las reglas vigentes sobre plebiscito. El proyecto sólo será ley en vigor cuando, en desarrollo de la sentencia de revisión firmada y comunicada por la Corte Constitucional-, el Jefe del Estado sancione y promulgue el texto, ordenando su publicación en el Diario Oficial. Cumplido lo anterior, en desarrollo de lo allí dispuesto y sobre la base de un acuerdo final de paz, el Presidente debe manifestar al Congreso su intención de convocar a plebiscito. Si pasa un mes y el Congreso no se opone, el Presidente convoca al pueblo para que vote, en cierta fecha, desde luego divulgando una pregunta, sobre la cual recaerá el SÍ o el NO.
 
Ahora bien, la Corte no ha enviado al Congreso su sentencia, que no está firmada, ni tampoco los salvamentos y aclaraciones de voto. Entonces, no hay ley estatutaria; no hay convocatoria; no hay fecha del plebiscito; ni hay pregunta para votar SÍ o NO; ni tampoco hay una acuerdo final firmado, y el Gobierno dice que nada está acordado hasta que todo está acordado. En síntesis: nada. Pero el país está polarizado.
 
Pero, para el colmo del engaño a los votantes, y aunque se había dicho siempre que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, ahora dice el Presidente Santos que "cuando esté todo acordado, no se requiere la firma oficial, sino el hecho de decir: 'Ya está todo acordado', para poder enviarle al Congreso los acuerdos y convocar el plebiscito”. Lo dicho: piensan que votaremos como irracionales amaestrados.
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