Opinion (2310)
OPINIÓN: LIMANDO UÑAS CON UN MARTILLO. JOHN MARULANDA
10 Dic 2015
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Escrito por
John Marulanda
Un alcalde recientemente elegido ha declarado a los cuatro vientos que arreglará la situación de inseguridad de su ciudad “metiendo el Ejército a la calle”. Creer que con visibilizar los soldados en las esquinas, como explica el ministro de Defensa, los delincuentes se cohibirán de hacer lo suyo, es una ingenuidad. Es, además, un craso y repetitivo error de administradores públicos poco serios, un desvarío politiquero, no solo inefectivo sino dañino.
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Opinion
Punto de Referencia: SIGUE LA CRISIS HUMANITARIA DE LOS REFUGIADOS. Por José Gregorio Hernández Galindo
09 Dic 2015
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Jose Gregorio Hernandez Galindo
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados -ACNUR- ha hecho un llamado a las autoridades de Jordania respecto a una verdadera crisis humanitaria que tiene lugar en su frontera. Allí, a pocos metros del territorio jordano, se encuentran atrapadas desde hace varias semanas más de doce mil personas provenientes de Siria, huyendo de la violencia de la guerra.
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Opinion
Certidumbres e Inquietudes: COMIENZA EL FIN. Por José Gregorio Hernández Galindo
09 Dic 2015
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Escrito por
Jose Gregorio Hernandez Galindo
Transcurridos los comicios del 6 de diciembre en Venezuela, con miras a la nueva composición de la Asamblea Nacional –el órgano legislativo de ese país-, se debe registrar como contundente y claro el triunfo de la oposición sobre el gobierno.
Según los datos oficiales -suministrados por la presidenta del CNE después de la medianoche del domingo 6- y faltando diecinueve curules por adjudicar, correspondientes a algunos Estados, la MUD –Mesa de la Unidad Democrática- alcanzó un número de noventa y nueve diputados a la Asamblea, en tanto que el PSUV, Partido Socialista Unido de Venezuela –el partido del gobierno- logró apenas cuarenta y seis puestos.
En extenso discurso pronunciado en la madrugada del lunes 7, el presidente Nicolás Maduro aceptó los resultados –contrariando así lo vaticinado por sus contradictores- y reconoció la derrota. Obviamente, la justificó diciendo que se había producido como consecuencia de la guerra económica generada por los empresarios amigos de la oposición. A su juicio, las largas colas, las carencias, las limitaciones para la adquisición de artículos y bienes básicos, los altos precios, la escasez y las dificultades de los venezolanos para comprar los alimentos y productos de primera necesidad tuvieron origen en un plan preconcebido para generar malestar entre la población, y culpar al gobierno, precipitando su declive y caída.
Pero, sin descartar eso de entrada, lo cierto es que desde los meses precedentes, dado el ostensible descontento que se apreciaba en las calles de las ciudades de la República Bolivariana, se intuía la derrota de los partidos oficialistas. A tal punto que el presidente decidió acudir al conocido expediente de la confrontación externa con la vana pretensión de “unir” a su alrededor al pueblo venezolano.
Maduro no ha sido propiamente un buen gobernante. Ha confundido la autoridad con el abuso. Ha concentrado el poder sin ningún escrúpulo. Ha utilizado un discurso agresivo; un lenguaje de ofensa; de ataque; de intolerancia. Con la ayuda de funcionarios de la rama judicial, ha mantenido en prisión a miembros de la oposición. Y el manejo de las relaciones exteriores no ha podido ser peor. Lo que hizo con Colombia, cerrando las fronteras, fue injusto, arbitrario, torpe e inoportuno. Sin olvidar sus insultos a los gobernantes y ex gobernantes de varios países y a funcionarios de organismos internacionales. El mismo domingo iban a expulsar a varios ex presidentes extranjeros.
Pero el punto más débil, que seguramente acabará con el socialismo del siglo XXI: una pésima conducción de la economía.
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Maduro, de rostro patibulario, reconoció su derrota al amanecer de un nuevo día en Venezuela. No se lanzó a la calle, no corrió sangre, no hubo gobierno cívico-militar y la revolución entró en una nueva fase, la de su erosión. La demoledora pérdida de las elecciones legislativas, llevará muy probablemente a señalamientos, culpabilidades y escisiones dentro de PSUV y si en un momento de madurez de ambos lados, se acordara una negociación para sacar al país del atolladero, lo que estaría en juego sería la cabeza de Maduro y la de sus áulicos.
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